La inflación es uno de los temas centrales en la agenda económica de Argentina. Esta semana, el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) dará a conocer el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de julio, un dato que el mercado y el Gobierno esperan con gran atención. A pesar de que la suba del dólar a fines de julio generó preocupación, las primeras proyecciones de consultoras privadas sugieren que la inflación de ese mes se mantendría en niveles controlados, aunque con un repunte en la mira para agosto.
El economista Maximiliano Ramírez, director de Lambda Consultores, afirmó que su firma prevé una inflación del 1,9% para el mes de julio. Según Ramírez, este número, si bien es bajo, marca el inicio de un repunte inflacionario que se intensificará en agosto. «Estamos viendo un dato de inflación en torno al 1,9%, y del 2,2% o 2,3% con respecto a agosto, marcando una leve suba con respecto a julio», aseguró en diálogo con Radio Rivadavia.
La diferencia entre el IPC nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires
Ramírez explicó por qué el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, que fue del 2,5% en julio, es superior a la proyección nacional. La clave está en la composición de cada índice: mientras que en la Ciudad el peso de los servicios es del 60%, a nivel nacional ese número se ubica en un 30%. La diferencia, según el economista, es lo que hace que el IPC nacional sea menor.
El impacto del dólar en la inflación de julio fue menor de lo esperado, a pesar de que la divisa subió más del 13% en el mes. Sin embargo, las proyecciones de las consultoras y entidades financieras, que esperan una inflación del 1,8% para julio según el Relevamiento de Expectativas Económicas (REM) del Banco Central (BCRA), coinciden en que la suba del dólar podría tener un efecto más marcado sobre los precios del mes de agosto.
El «estrés económico» de la clase media y la verdad sobre por qué bajan los precios, según la UCA
Las familias argentinas atraviesan crecientes dificultades para llegar a fin de mes. Al respecto, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) atribuyó esta problemática a una contracción del consumo derivada de las políticas de ajuste implementadas recientemente por el Gobierno, que derivan de lo que denominó «estrés económico».
Salvia describió que la elevada crisis económica entre finales de 2023 y principios de 2024, agravada por medidas consideradas «autoimpuestas», tuvo un impacto profundo en los hogares. Según el especialista, la inflación se redujo no gracias a un plan económico exitoso, sino porque la falta de masa monetaria deprimió la demanda y terminó por bajar los precios.
«Tuvimos una crisis muy fuerte, producto de políticas que algunos consideran autoimpuestas para lograr una estabilización macroeconómica», afirmó el especialista este domingo, en declaraciones radiales.
Los aumentos en los costos de servicios y mercancías (como combustible, transporte, gas, luz, agua y comunicaciones) elevaron significativamente los gastos fijos de los hogares, afectando sus ingresos disponibles y recortando el consumo en bienes esenciales como alimentos, indumentaria y otros rubros básicos. Este fenómeno fue denominado por Salvia como «estrés económico».
Aunque la inflación bajó, el experto señaló que esto no se debió a un plan económico virtuoso, sino a una caída en el consumo. «No hay masa monetaria que refuerce la demanda, y las políticas de ajuste redujeron el consumo, lo que a su vez bajó los precios», explicó.
El aumento de los costos de servicios básicos, como combustible, transporte, gas, luz, agua y comunicaciones, incrementó significativamente los gastos fijos de las familias. «El ingreso corriente se ve afectado porque los gastos fijos aumentaron fuertemente. Esto reduce el consumo en alimentos, vestimenta y el funcionamiento básico del hogar», precisó Salvia. Este fenómeno, que denominó «estrés económico», reflejó la creciente incapacidad de los hogares para cubrir sus necesidades básicas.
En cuanto al futuro, advirtió que si el gobierno continúa retirando pesos del mercado, la situación podría empeorar: se profundizaría el ajuste, disminuiría aún más el consumo, aumentaría la deuda familiar para cubrir alimentos y podrían incrementarse las moratorias en tarjetas de crédito, profundizando la restricción económica en los hogares.