Hoy, 7 de octubre, se cumple un año de la brutal masacre perpetrada por el grupo terrorista Hamás en Israel. En esa oportunidad cientos de terroristas provenientes de la Franja de Gaza lograron cruzar la frontera y una vez en territorio israelí mataron a más de 1.200 personas y secuestraron a otras 240 personas, de las cuales más de 100 aún permanecen en cautiverio.
El kibutz Be’eri fue uno de los más golpeados por la horda de terroristas que arribaron al lugar. Al menos 130 personas murieron en el ataque, incluidas mujeres, niños y una bebé de 10 meses. Se calcula que murió el 10 por ciento de los habitantes de esta comunidad fundada en 1946, gran parte de las casas fueron incendiadas y sólo unos pocos habitantes pudieron volver a vivir en el lugar.
Roberto Meyer (31) es mexicano y vive en Israel desde diciembre 2015. Su novia Yulie es nacida y criada en Be’eri. En ese poblado decidieron apostar a vivir juntos y soñaron con criar una familia en ese entorno en donde predominan los trabajadores agrícolas. Hasta el 07 de octubre.
En diálogo con PERFIL CORDOBA, Meyer contó cómo fue atravesar y sobrevivir a ese fatídico día en uno de las comunidades más golpeadas de todo Israel, en la que además fueron secuestrados su suegra y su suegro, quien aún hoy permanece en cautiverio retenido por Hamás.
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Tensión inicial
“Ya no vivimos en Be’eri, nos dicen que aún no es seguro. El 07 de octubre a eso de las 6.30 – 7 de la mañana sonaron las alarmas, pero es algo habitual, algo que solía ocurrir. Nosotros con mi novia dormíamos habitualmente en el refugio y no fue algo que nos alertara. A las 7.30 a través de los grupos de whatsapp dijeron que habían visto un terrorista y los mensajes en el teléfono comenzaron a hacerse más frecuentes. Media hora después empezamos a escuchar gritos fuera de nuestra casa, muchos disparos de todos los calibres, explosiones. En ese momento nos encerramos con nuestra perra Camila”, recordó Meyer.
“Como a las 10.30 secuestran al papá de mi novia de su casa que está muy cerca de la nuestra. El kibutz tiene 4 kilómetros de diámetro, es medianamente grande para una colonia de este tipo. Supimos que algo andaba mal porque dejó de responder al celular, ella estaba muy en contacto con su familia pero de pronto nadie contestaba. Al poco tiempo recibimos una fotografía vía Telegram en donde se lo veía a él en calzoncillos y con una camisa rota. Todos los que entraron de Gaza tenían cámaras GoPro y celulares, por lo que todo quedó muy documentado”, agregó.
“El olor a quemado era insoportable”. Meyer explica que los búnker israelíes están preparados para explosiones, pero no para evitar el ingreso de gente desde afuera.
“Yo estaba seguro que el Ejército iba a llegar en cualquier momento, es una creencia que teníamos todos. Entonces a eso de las 11 salí del refugio, cerré la puerta, pusimos unas cajas en la puerta, las cuales no iban a servir de mucho. Por la ventana vi a varios grupos de terroristas que pasaban en motocicletas, vi terroristas corriendo con uniformes, sin uniformes, toda la casa se movía porque había muchas explosiones, se escuchaban gritos. En ese momento yo no comprendía lo que pasaba. Me escribían gente de todo el mundo. Amigos de México, Brasil, Argentina, Israel, ellos sabían más lo que pasaba en el kibutz de lo que yo mismo sabía. Esto era porque no había luz, había mala señal, habían cortados los servicios, mis amigos me decían que estaban quemando las casas para que la gente saliera y yo lo sentía por el olor a quemado que era insoportable”.
Acción terrorista
Uno de los momentos más tensos se dio cuando se encontró frente a frente con uno de los terroristas. “En un momento vi una persona que estaba intentando entrar en la casa de enfrente, tenía en la mano una pistola, pateó la puerta pero no consiguió entrar. Entonces lo vi venir a nuestra casa y me di cuenta que iba a poder entrar por una falla en la construcción de nuestra casa. Yo tenía un cuchillo y cuando lo vi acercarse me coloqué detrás de la puerta y lo neutralicé. Tome su glock y allí permanecimos varias horas escondidos en el baño porque además del concreto, tienen mosaico. Y los tiros que sonaban eran incesantes, en ese momento yo pensé que al ser la pared un poco más gruesa, podría salvarme”, contó el mexicano – isarelí.
“El ejército llegó a la tarde, casi de noche. Demoraron mucho porque se cruzaron con muchos terroristas en el camino. Hubo enfrentamientos durante todo el día. Recién abrimos la puerta cuando escuchamos la voz de la hermana de mi novia“.
A un año de la masacre judía más grande desde el Holocausto, Meyer asegura que aún no puede creer lo que pasó y destaca las muestras de apoyo por parte de todo el pueblo. “Es una constante. Pude darme cuenta que siempre vamos a estar el uno para el otro, más allá de cualquier diferencia”, completó.
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Secuestrado
Los suegros de Meyer, Raz y Ohad Ben Ami fueron secuestrados en el Kibutz Be’eri, el 7 de octubre. Raz, de 57 años, fue liberada después de casi dos meses en cautiverio. Tras su salida publicó una carta en donde criticó con dureza el accionar de la Cruz Roja por no colaborar en la entrega de medicamentos para una enfermedad crónica que la aqueja. Ohad, de 55, aún permanece en Gaza, retenido por Hamás.