Este sábado se realiza la 50° Peregrinación Juvenil a pie a Luján, organizada por la Comisión Arquidiocesana de Piedad Popular del Arzobispado de Buenos Aires. Se espera que más de un millón de personas participen en esta demostración de fe y recorran los 60 kilómetros que separan el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, de la Basílica de Luján.
Con el lema “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”, los peregrinos iniciarán su recorrido a las 10, cuando la imagen cabecera de la Virgen de Luján salga del santuario de San Cayetano, situado en Cuzco 150. A lo largo del camino, se dispusieron más de 60 puestos sanitarios para atender a los caminantes, junto con puestos de apoyo que ofrecerán asistencia médica, hidratación y apoyo logístico.
Bien temprano, en diálogo con TN desde Liniers y en medio de la multitud que ya se aglomeraba en el lugar el arzobispo de Buenos Aires Jorge Ignacio García Cuerva apeló a la unidad y al diálogo. “A veces en las casas cuando nos juntamos a comer decimos no hablemos de política, de fútbol y de religión, porque ya suponemos que nos vamos a pelear”, ejemplificó y consideró: “En el ADN argentino está, en este momento, el enfrentamiento, por lo que tenemos que revertir esto entre todos, y qué mejor que pedirle a la Madre, que nos hace tomar conciencia de que somos hijos y hermanos”.
Fue en esa misma línea que expresó: “Fundamentalmente [se necesita un] diálogo en el que nos escuchemos. Porque cuando hablamos estoy esperando que termines para hablar, entonces hay que corregir muchas actitudes. Creo que cada uno con sinceridad delante de la Madre lo puede hacer para mantener la unidad”. Luego, al ser consultado por la posibilidad de que el Papa Francisco visite la Argentina, García Cuerva dijo: “Él sabe que el pueblo lo espera. Si se da, buenísimo que venga”.
En tanto, una fila de fieles avanzaba lentamente por la calle Bynon. Llegaban desde distintos puntos de la Ciudad hacia la Parroquia San Cayetano. El ambiente es de expectativa y devoción; entre los grupos, se destacaban los de la Parroquia San Bernardo América, la Parroquia Nuestra Señora de Fátima y San Rafael Devoto, junto a organizaciones como Sacra, que se distinguen por sus banderas, insignias y colores.
Los fieles de la Parroquia San Bernardo ya comenzaron la caminata. Lideraban la procesión con un paso pausado pero firme, mientras el resto de los grupos esperaba en la entrada de la iglesia. Dentro de la parroquia, el sacerdote bendijo uno por uno a todos los que cruzan el umbral, sin prisa, con un gesto personal y algunas palabras antes de que los devotos se acercaran a la imagen peregrina.
La diversidad de edades es evidente. Niños, jóvenes y adultos mayores se mezclan en esta expresión de fe. A un costado del camino, un cartel señala el inicio del trayecto: Liniers, kilómetro 0; mientras que Luján, el destino final, está a 58 kilómetros. Desde los parlantes sonaban canciones religiosas que envuelven el ambiente en un clima de esperanza.
A media mañana, el padre Lucas Arguimbau, rector de la Parroquia San Cayetano, ofreció unas palabras a los fieles. “Nos encomendamos a la Virgen, caminamos juntos como hermanos, sin importar nuestras diferencias. María nos espera con sus brazos abiertos para bendecirnos a todos”, expresó. Con la Virgen lista para comenzar su camino, Arguimbau invitó a los peregrinos a unirse en oración. Pidió especialmente por la unidad del país y el bienestar de los trabajadores. Además, hizo un llamado a formar una comunidad fuerte y solidaria.
Durante el recorrido hacia Luján, se pueden ver puestos con sacerdotes que se detienen a bendecir a los caminantes. “La bendición nos fortalece para seguir adelante, sentimos que no caminamos solos”, dijo a LA NACION Ignacio Di Giacomo, de 55 años, quien llegó desde Tucumán. Es camionero y está con su cuñado. Ambos hicieron una promesa el año pasado, cuando la situación económica les golpeó duro. “Venimos pidiendo trabajo. Perdí mi empleo hace seis meses y cada día es más complicado encontrar algo. La verdad es que la cosa está difícil, pero tenemos fe en que San Cayetano y María van a escuchar nuestros pedidos. Lo que más queremos es poder seguir llevando el pan a la mesa de nuestras familias”, añadió.
Más adelante, Adelaia Leiva, una joven de 29 años de Córdoba capital, caminaba sola pero con el rostro lleno de determinación. Para ella, esta peregrinación es una tradición familiar. “Mis padres venían todos los años, y cuando fallecieron, decidí continuar con la costumbre. Este año en particular, estoy pidiendo por la unidad en mi familia, que últimamente se ha quebrado”, relató.
El camino está lleno de jóvenes, una muestra del compromiso de las nuevas generaciones. “Este país está complicado, pero uno no puede perder la esperanza”, comentó a LA NACION Martín Almada, de 21 años, quien vino desde Morón con un grupo de amigos. “Camino por la Virgen, pero también por todos los que la estamos pasando mal. Mis viejos están sin trabajo y la plata no alcanza. Ojalá esta peregrinación nos traiga un poco de alivio”, agregó.
Entre ellos también está Agustín Mezani, de 23 años, quien decidió sumarse por primera vez. “Siempre escuché sobre la fe que moviliza a la gente a Luján y quise vivirlo en carne propia. Vengo por mi familia, porque mis padres ya no saben qué más hacer para que las cosas mejoren”, explicó. “Es difícil ser joven en este país, no tenés certezas de nada. Pero esta caminata me hace sentir que al menos tenemos algo en lo que creer”, dijo.
El acceso de los fieles a Luján comienza por la calle Las Heras, donde se organizó un operativo especial de control vehicular para garantizar el flujo de personas y vehículos. En puntos como Las Heras y Humberto, Las Heras y Güemes, y Las Heras y Belgrano, se habilitarán cruces vehiculares en ambos sentidos, con el fin de evitar congestiones durante la llegada masiva de fieles.
La Peregrinación Juvenil a Luján es considerada el acontecimiento de fe más grande del país, y cada año renueva el fervor religioso de miles de personas que participan en ella. Familias enteras, jóvenes, adultos y personas mayores se preparan durante meses para esta caminata, cargando sus intenciones personales y comunitarias hacia el santuario de la Virgen.
La organización de esta edición fue especialmente significativa, ya que la peregrinación juvenil cumple 50 años desde su primera caminata, en 1975. La Comisión Arquidiocesana de Piedad Popular destacó que este aniversario es un momento clave para los fieles, no solo por la devoción que representa, sino también por el mensaje de unidad que busca transmitir en tiempos de división.
Durante el trayecto, los peregrinos realizarán distintas paradas en puntos claves para descansar y renovar fuerzas. Además, se ha organizado una actividad simbólica: a la medianoche, los fieles encenderán velas a lo largo de la ruta, de manera de iluminar el camino con sus intenciones y plegarias hacia la Virgen.
Tras ello, el domingo a las 7, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, oficiará la misa central en la Plaza Belgrano, frente a la Basílica de Luján. Se espera una multitud de personas en este acto central de la peregrinación, por lo que se dispusieron medidas logísticas en los accesos a esa ciudad para facilitar el tránsito.
El evento además contará con una cobertura virtual para aquellos que no estén en condiciones de asistir de manera presencial. A través del canal oficial de YouTube y las redes sociales de la peregrinación, se transmitirá en vivo desde las 12 del sábado hasta la 1 de la madrugada del domingo.
Los organizadores esperan que el lema de este año, “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”, sirva como un mensaje de esperanza y fraternidad en momentos de incertidumbre. Para muchos peregrinos, este recorrido no es solo una muestra de su fe, sino también una oportunidad para reflexionar sobre sus vidas, sus relaciones, y sus compromisos personales y sociales.
El calor de la tarde se hace sentir con fuerza sobre los peregrinos, que han alcanzado uno de los puntos más demandantes del recorrido. El sol en su plenitud obliga a realizar más pausas bajo la sombra, pero el ritmo de la caminata no se detiene.
Rosa Beltrán, de 60 años, aprovecha un momento de descanso en una esquina de Morón, mientras observa a su hija adolescente, que la acompaña por primera vez en esta peregrinación. “Es un trayecto duro, especialmente con este calor, pero seguimos adelante. Lo importante no es solo llegar a Luján, sino todo lo que significa el camino. Peregrinar es un acto de fe, y la fe no se mide en la distancia que falte, sino en cada paso que damos con esperanza”, comenta para LA NACION, mientras ayuda a su hija a colocarse la gorra para protegerse del sol.
El paso por Morón se convierte en una parada clave para muchos. Los peregrinos aprovechan los puestos de agua y la ayuda de voluntarios, que les brindan alivio y ánimos para continuar. Los sacerdotes, ubicados a lo largo del recorrido, siguen ofreciendo bendiciones a quienes lo solicitan. Héctor Muñoz, de 49 años, ha venido desde Florencio Varela y avanza con calma. “Nos queda un buen tramo por recorrer. No sé si llegaremos hoy, pero lo importante es seguir avanzando. La Virgen sabe lo que estamos pidiendo en nuestro corazón, y eso es lo que importa”, comparte Héctor a este medio, con una mirada tranquila, aceptando que el camino en sí es una parte esencial de la promesa.
Entre los peregrinos también se encuentra Lucía, de 16 años, quien participa por primera vez en esta peregrinación. Con lágrimas en los ojos, comparte lo que la motiva a seguir adelante: “Mi abuela falleció este año, y le prometí que iba a hacer esta peregrinación por ella. Siento que cada paso me acerca más a cumplir esa promesa. Aunque el cansancio me pesa, sé que la Virgen me está ayudando a soportarlo”, relata para LA NACION, conmovida por el recuerdo de su abuela.
Aunque aún falta un tramo considerable para llegar a Luján, los peregrinos, jóvenes y mayores, continúan avanzando con la esperanza de que sus plegarias sean escuchadas.
Conforme a los criterios de