La actualización de las tarifas y la reducción por segmentación de los subsidios al servicio eléctrico significaron un golpe importante al presupuesto de los hogares en lo que va del año, y en ese escenario con la previsión de un verano caluroso con temperaturas incluso por encima de la media, prender el aire acondicionado puede resultar casi prohibitivo.
Los más expuestos al salto en las facturas de luz serán, sin dudas, aquellos usuarios que conforman el segmento N1, es decir, los de mayor capacidad económica que afrontan casi el costo pleno del valor de generación, transporte y distribución, sin subsidios. Son esos hogares y comercios los que deberán atender el nivel de consumo que demanda un equipo de climatización y el costo-beneficio de encenderlo determinada cantidad de horas al día.
Usar el aire acondicionado, prohibitivo: cuánto cuesta según las horas
En un ejercicio de simulación, se puede aislar el consumo que representa un aire acondicionado según la potencia de refrigeración, el nivel de eficiencia energética y la cantidad de horas que se lo mantiene funcionando al día, en una temperatura de uso de 24 grados, es decir, la recomendada por las autoridades y las empresas del sector eléctrico.
Así, un usuario N1 que posee un aire acondicionado básico de 2.200 frigorías, de etiqueta de eficiencia Clase A –la más alta del mercado equivalente a un equipo de tecnología inverter– que utiliza el equipo durante seis horas diarias, tendrá un consumo de 0,8 Kw/h lo que a fin de mes equivaldrá a una demanda de 151 Kw.
Este nivel de consumo sólo por la climatización, equivaldrá a un tipo de usuario R2 con un costo en la factura final con impuestos de $19.960 adicionales al resto del consumo de los artefactos y luminarias del hogar, lo que puede significar en la sumatoria un salto de categoría de usuario y, en consecuencia, de los valores de costo fijo y costo variable a facturar.
Ese mismo usuario, en caso de decidir tener una climatización durante más horas del día, por ejemplo 12, tendrá por caso 303 Kw/h de consumo con un adicional en la factura de $37.756; y si -en un ejemplo casi extremo- mantiene el aparato funcionando 18 horas al día tendrá una demanda de 454 Kw/h con un plus en la factura de $64.457, pero ya en categoría R3.
Pero si cuenta con un equipo más potente, el consumo y el gasto se elevan, naturalmente. Por ejemplo, para un aire de 3300 frigorías la demanda pasa a ser de 1,09 Kw/h y al final del mes de 201 Kw/h, esto es un gasto de $25.814 mensual. Si el aire acondicionado es de los más potentes que se consiguen en el mercado para uso hogareño con la más alta eficiencia energética hoy disponible, la demanda será de 374 Kw/h y el costo en la factura de 46.069 pesos.
Como referencia para realizar un cálculo de aproximación por parte de cualquier usuario sin subsidio, se puede decir que un equipo de 2.200 frigorías en caso de ser utilizado sólo una hora al día, sumará al mes en la factura unos 25Kw y unos $3.986; mientras que si es de 3.000 frigorías pasará a 33 Kw/h y $4.920 y el de 5.600 frigorías a 62 Kw/h y un costo en factura de $8.303 finales.
Las cuentas se deben rehacer en el caso de que el equipo de climatización no sea etiqueta A, sino de menor cuidado del consumo y que se extiende a niveles B, C, D ó E, lo que también impactará el incremento de la factura a fin de mes. De la misma manera hay que atender si se trata de un usuario N2, es decir con menor capacidad de pago y por consiguiente mayor cobertura de subsidio, o N3 correspondientes a los niveles medios, cada uno con un cuadro tarifario diferenciado.
Cómo evolucionaron las tarifas
El sistema tarifario de los servicios energéticos está en un largo proceso de revisión en los últimos años en procura de cubrir los costos de generación, transporte y distribución, pero fue desde la llegada del Gobierno de Javier Milei que se aceleró esa actualización por valores que alcanzaron a septiembre el 898% en el caso del gas y el 156% en la energía eléctrica.
A pesar de estas cifras, para muchos argentinos el cálculo puede sonar a poco en vista de facturas cuyos aumentos alcanzaron las cuatro cifras, algo que se debe complementar con el análisis del efecto de una irregular reducción de subsidios, el impacto según la segmentación y el redordenamiento de las categorías de usuario que modificó las escalas de consumo y en consecuencia los cargos fijos y variables correspondientes.
Con problemas para la cobertura de gas en el invierno y de la electricidad en el verano, el atraso crónico de las tarifas durante las últimas dos décadas explicó, según el Gobierno y las empresas del sector, la falta de obras de infraestructura para un abastecimiento seguro, eficiente y a precios justos para los distintos segmentos de usuarios.
Tal fue el descontrol, que en el último trimestre de este año se dará lugar a la discusión de la Revisión Tarifaria Integral (RTI) que permitirá trazar el ajuste quinquenal de los servicios. Se trata de un procedimiento que debería realizarse cada 5 años, pero que será la tercera vez que ocurre en las últimas tres décadas, es decir desde las privatizaciones y la conformación normativa del nuevo sistema de servicios en la década del 90.
En los hogares del AMBA se pagan tarifas de servicios públicos que, en promedio, cubren el 50% de los costos y, por lo tanto, el Estado se hace cargo del 50% restante. Sin embargo, esta cobertura es dispar entre segmentos de hogares y entre servicios.
En septiembre de 2024, la cobertura tarifaria de los costos de los servicios públicos se presenta superior al observado en los últimos diez meses y con tendencia al alza a razón de los incrementos en todos los servicios. A su vez, es 9 p.p. superior al promedio de los últimos diez meses (41%), en una tenencia que se consolidará a partir de la caída del costo energético estacional.
De acuerdo Observatorio de Tarifas Y Subsidios de la UBA-CONICET, con respecto de diciembre 2023, el costo de la canasta total se incrementó 370% a partir de las actualizaciones de tarifas de transporte (enero, febrero y agosto), energía eléctrica (febrero, junio, agosto y septiembre), gas natural (abril, junio, agosto y septiembre) y agua (abril, julio, agosto y septiembre).
Los consumos de gas natural y energía eléctrica están ajustados por estacionalidad del consumo, pero en la desagregación por servicio se observa que el incremento más importante fue en la factura de gas natural con un aumento del 898% respecto a diciembre pasado y es explicado tanto por los aumentos tarifarios como por el aumento del consumo estacional invernal, según el trabajo coordinado por Alejandro Einstoss, Economista del Instituto Mosconi y profesor de Economía de la Energía de la UBA, Alejandro Einstoss.
El gasto en energía eléctrica, en tanto, aumentó 156% mientras que –a modo comparativo- los servicios públicos que no dependen de factores estacionales muestran un aumento del 601% para el transporte y del 271% para el agua.
La reducción de subsidios
Con los nuevos precios mayoristas fijados por la Secretaría de Energía a partir de septiembre, y las bonificaciones en el precio otorgadas a los segmentos N2 y N3, la cobertura de costos del sistema eléctrico indica que en promedio el 48% lo aporta el usuario vía tarifas mientras que el 52% del costo lo aporta el Estado.
Por otra parte, con los nuevos precios del gas PIST, y las bonificaciones en el precio del gas otorgadas a los segmentos N2 y N3, de la misma la cobertura de costos de abastecimiento indica que en promedio el usuario residencial abona el 46% mientras el 54% del costo de abastecimiento es cubierto por el Tesoro nacional.
A pesar de la profundización de la reducción de subsidios en los sectores de ingresos más altos, en septiembre la cobertura de costos de energía eléctrica y gas natural no alcanza al 100% en ningún segmento de usuarios residenciales, de acuerdo al Observatorio de la UBA-CONICET.
En promedio, la cobertura del costo de abastecimiento del gas en septiembre es del 73% para los usuarios N1 mientras que los usuarios N2 y N3 pagan el 26% y 33% del costo de abastecimiento respectivamente.
Por otra parte, la cobertura de costos eléctricos tuvo un revés en mayo a partir de la postergación de los aumentos previstos, que se compensó parcialmente a partir de junio con los sucesivos incrementos en el precio de la energía y el nuevo esquema de bonificaciones. Por esto, la cobertura para el segmento N1 se ubica en el 90% y para los usuarios N2 y N3 la cobertura es del 25% y 40%, respectivamente.
Los usuarios eléctricos industriales y comerciales de la demanda general por distribuidor tienen exactamente el mismo dinamismo que los hogares N1. Es decir, no volvieron a cubrir el 100% de los precios sin subsidio a partir de mayo.
De ahora en más, los usuarios que afrontaron los aumentos de todo el año también se preguntan cómo sigue el esquema de actualización. En ese sentido. Einstoss consideró que «No es de esperar saltos grandes en las tarifas, aunque si un acomodamiento a la inflación como para que lo que se ganó no se pierda y mantener el resultado fiscal. En un año electoral parece poco probable contar con aumentos grandes en las tarifas: Si el tipo de cambio no se mueve debería tener ese sendero, pero si hay un salto del dólar hay que reevaluar todas las variables».
A dónde se direccionan los aportes
Los subsidios a la Energía representan el 79% de los subsidios totales y aumentaron 135% interanual nominal mientras se reducen 38% real en los primeros ocho meses del año. Si bien en junio la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Elécrtico (Cammesa) devengó a un nivel bajo por falta de crédito (solo $42.344 millones) en septiembre volvió a valores promedio de julio y agosto.
Las transferencias devengadas de Energía Argentina (Enarsa) acumuladas en ocho meses aumentaron 131% interanual nominal (-41% a.a. real) y las destinadas al Plan Gas.Ar, por incentivos a la producción de gas natural, aumentaron 78% (-55% en términos reales).
En los primeros ocho meses de 2024 los subsidios nominales suman $5,9 billones mientras que en moneda constante de agosto suman $6,7 billones y se reducen 38% respecto a igual periodo anterior. Esta reducción del 38% real se debe mayormente por menores transferencias reales a Enarsa y Cammesa que explican 13 puntos porcentuales cada uno o 26 en conjunto, de los 38 totales de reducción.
Pero el Gobierno en su plan de redefinición de los mercados energéticos y la desregulación del funcionamiento de los distintos actores prevé desentenderse de los aportes a Cammesa, para la cual pretende el regreso a sus funciones técnicas originales; y analiza continuar con el plan inicial de privatizar a Enarsa, o al menos varias de las funciones que hoy desempeña ese empresa del Estado, con lo cual también reducirá sus compromisos financieros.