Desarrollan una lechuga súper dorada, más rica en vitamina A y antioxidantes

Los “superalimentos” no existen, aunque el término está tan difundido últimamente que ya es natural denominar así a algunos productos.

En realidad es una expresión que se popularizó para definir a aquellos alimentos que son excepcionalmente ricos en nutrientes, particularmente vitaminas, minerales, antioxidantes y otros compuestos beneficiosos para la salud.

Sin embargo, eso puede cambiar. Investigadores españoles podrían haber creado a partir de una lechuga común una “súper lechuga” que multiplica hasta 30 veces los niveles de betacaroteno en las hojas sin afectar negativamente a otros procesos vitales como la fotosíntesis. Además pierde su color característico verde por uno dorado intenso.

Convierten la lechuga en un “superalimento” rico en vitamina A y antioxidantes

El betacaroteno es uno de los principales carotenoides, pigmentos que se encuentran de forma natural en las plantas y otros organismos fotosintéticos y que benefician la salud, con propiedades antioxidantes, inmunoestimulantes y potenciadoras de la cognición.

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Además es el principal precursor de los retinoides, compuestos químicos como la vitamina A con funciones corporales esenciales (visión, proliferación y diferenciación celular, sistema inmunitario).

Utilizando plantas de tabaco (Nicotiana benthamiana) como modelo de laboratorio, y lechuga (Lactuca sativa) como modelo de cultivo, el equipo de investigación liderado por Manuel Rodríguez Concepción observó que el betacaroteno se puede producir y almacenar en niveles muy elevados y de forma más bioaccesible fuera de los lugares donde habitualmente se encuentra en las hojas.

El descubrimiento supone un avance muy significativo para mejorar la nutrición mediante la biofortificación de verduras como la lechuga, la acelga o las espinacas, sin renunciar a su aroma y sabor característicos.

Más betacaroteno, más salud

Un tratamiento con mayor intensidad de luz aumenta el contenido de β-caroteno y la bioaccesibilidad de las hojas de lechuga. Las plantas de lechuga romana cultivadas en condiciones de luz normales (W50) e inoculadas con los vectores virales indicados se expusieron durante 5 días a una intensidad de luz 10 veces mayor (W500) o se mantuvieron a W50. . (The Plant Journal).
Un tratamiento con mayor intensidad de luz aumenta el contenido de β-caroteno y la bioaccesibilidad de las hojas de lechuga. Las plantas de lechuga romana cultivadas en condiciones de luz normales (W50) e inoculadas con los vectores virales indicados se expusieron durante 5 días a una intensidad de luz 10 veces mayor (W500) o se mantuvieron a W50. . (The Plant Journal).

Las hojas de estas verduras necesitan carotenoides, como el betacaroteno, en los complejos fotosintéticos de los cloroplastos para su correcto funcionamiento. Cuando se produce demasiado o muy poco betacaroteno en los cloroplastos, estos dejan de funcionar y las hojas acaban muriendo.

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El nuevo trabajo consiguió producir y acumular betacaroteno en compartimentos celulares donde normalmente no se encuentra, combinando técnicas biotecnológicas y tratamientos con alta intensidad lumínica.

Según los resultados, que se publican en Plant Journal, se consiguió almacenar altos niveles de betacaroteno en plastoglóbulos, y en el interior de los cloroplastos están presentes de forma natural vesículas de almacenamiento de grasa.

Estas vesículas no participan en la fotosíntesis y no suelen acumular carotenoides. La acumulación masiva de betacaroteno también proporcionó a las hojas de lechuga un color dorado característico. “Estimular la formación y el desarrollo de plastoglóbulos con técnicas moleculares y tratamientos de luz intensa no sólo aumenta la acumulación de betacaroteno sino también su bioaccesibilidad, es decir, la facilidad con la que puede extraerse de la matriz alimentaria para ser absorbido por nuestro sistema digestivo”, detalló Luca Morelli, primer autor del estudio.

La síntesis de betacaroteno en plastoglóbulos se puede combinar con su producción fuera de los cloroplastos mediante aproximaciones biotecnológicas. En este caso, según explicó el coautor Pablo Pérez Colao, “el betacaroteno se acumula en vesículas similares a los plastoglóbulos pero localizadas en el citosol, la sustancia acuosa que rodea los orgánulos y el núcleo de las células”.

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El grupo de científicos son del Instituto de Investigación en Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).

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