Marcela Tinayre habla de su presente amoroso y confirma su regreso a la televisión

Si hay alguien que fue pionera en aplicar el “sin filtro” ante micrófonos de cualquier tipo, fue Marcela Tinayre. Hiperactiva, con la carcajada fácil pero frontal cuando algo no le gusta, sabe que sus declaraciones siempre importan. Su famosa frase, “voy a ir, pero con la peor de las ondas”, ya es un meme que atraviesa generaciones. Entusiasta, amiguera y devota de su familia, dice que hoy se ríe de los haters y confirma que vuelve a la televisión abierta.

-¿Tenés haters?

-Sí, hay gente que escribe en las redes cosas como “vive de la madre, a costillas de ella”. Todo tipo de estupideces, porque si hay algo que siempre hice, y me encanta, es trabajar. Somos una familia de famosos que trabajamos, sin excepción. Pero bueno, opinar es gratis. Igual un poco de gracia me hace cuando publico algo y estallan.

-¿Y volvés a la televisión?

-Sí, todavía no puedo dar detalles, pero estoy feliz. En 2026 voy a estar en un canal de aire con Las Rubias, programa que amo e hice siete años en cable con mucho éxito. Todavía no tengo armado el equipo, pero me gustaría incorporar uno o dos hombres en la mesa. No utilizo el término “panelista” porque todos participamos por igual. Siempre me manejé así y me encanta. La filosofía es que todos tienen opinión como la conductora. Y no solo está este proyecto porque durante el año, mientras esperaba que saliera el programa, me dediqué a escribir y surgió algo muy lindo, que se llamará Dos generaciones. Se trata de algo guionado, basado en entrevistas. De concretarse, irá por alguna plataforma.

Marcela junto a sus compañeras del programa «Las Rubias», que volverá al aireGerardo Viercovich – LA NACION

-¿Qué ves cuando viajás?

-Que en todos los países hay una gran mediocridad política. Mirá Francia; están a la deriva. Últimamente, cuando voy a París, me impresiona muchísimo la cantidad de gente en situación de calle. Eso no se veía. Sumado a los inmigrantes y las fricciones que eso provoca. Mozos y taxistas son todos extranjeros. Ahora escuchás mucho más español. Hay un cambio enorme, pero no para bien. Porque se están maltratando mucho entre ellos. Pasa en casi toda Europa.

-Vayamos a lo lindo. ¿Dónde te gustaría estar ahora? Lugares favoritos en el mundo…

-Me gustan los bares, sentarme en la calle y tomarme una copa o café a media mañana. En ese sentido no hay con qué darle a Madrid. ¡Lo que me gustan las barras! Y lo más genial es que están llenas de mujeres. Yo soy muy caminadora. Rutera urbana es un término que me gusta. Porque me apasiona observar a la gente, ensamblarme en sus rituales. Yo me instalo a comer en una barra cualquiera y termino hablando con diez personas. Y cuando te detectan argentina empiezan las conversaciones más divertidas.

-¿Viajás mucho con amigas?

-Sí, y lo hice toda la vida en familia también. Pero ahora mis hijos están trabajando sin parar, los nietos en la universidad, mi hijo Rocco que estudia, otros en el colegio. Así que se arman viajes de amigas, que es lo más espectacular que puede suceder. Porque las mujeres viajando somos geniales. Nunca dejamos de hablar, de sorprendernos. Es inagotable la cantidad de temas porque siempre surge algo. Las compras o las no compras. Nada nos aburre.

-En la actualidad, la mujer que menos se aburre en la Argentina debe ser tu madre, Mirtha: imparable. ¿A veces le sugieren que se guarde?

-Yo le digo que pare, sí. Mamá es una mujer que en toda su vida durmió muy poco. Y a veces está re cansada. ¡Lógicamente! Pero ella es Sarmientito. Me explica que se comprometió, que dio su palabra. Debería poner límites. El otro día fue a un lugar donde la sentaron en un sillón y le hicieron cientos de fotos. La verdad es que se sintió medio incómoda. Pero no creo que cambie porque es su vida y su pasión. El jueves pasado fui a verla y ya estaba estudiando para el programa. No existen más estos personajes. Es una maravilla.

-¿En qué te sentís parecida a ella y en qué absolutamente opuesta?

-Opuestas en todo [risas]. Idénticas en esa cultura del trabajo que nos inculcaron. Yo este año, que veía difícil la salida el programa, estaba preocupadísima, como con cargo de conciencia por no trabajar. Mis amigas me pedían que la cortara, que disfrute de lo que tengo. Pero a mí me gusta trabajar, también ganar plata. Por eso siempre mi papá me decía: “Ay Marcelita, la Argentina es un país machista. La única forma de que nadie te pase por encima es mantener tu independencia económica”.

-¿Qué tienen en común las mujeres de la familia?

-Con Juana y Ámbar tenemos un hilo conductor genético. Juana es una madraza, como yo. Hace cosas que nadie imagina. Tiene dos trabajos, hace obras de teatro, prueba todo y es muy arriesgada. La obra Juana es un éxito total. Y también hizo algo estupendo en el agua. Es una chica muy original. Y Ambarita es un bocho, está con dos carreras a la vez, no para.

-Sos famosa anfitriona y hacés un culto de la amistad. ¿Se te ofenden amigos cada tanto?

-Sí, claro. Y sé pedir disculpas. El otro día hice mi cumpleaños y me quedó gente afuera. Puede haber un reclamo y yo sé decir tenés razón. Pero lo que jamás habrá es grieta o gente apartada por pensar distinto. Soy una mujer abierta, a mi alrededor se opina libremente. Y cuando hay que ser nacional y popular, soy la número uno. Sé separar y me encanta el intercambio de opiniones. Los argentinos tenemos que volver a sentarnos para escucharnos, respetar la idea del otro.

-También tenés buena relación con todos tu ex.

-Sí, absolutamente. Yo le hago unos posteos muy sentidos a Marcos, porque fue un hombre al que amé muchísimo. Con todas las vicisitudes que tuvo nuestra relación, yo no me olvido de eso. Soy una mujer que amé mucho y fui muy amada.

Con Marcos Gastaldi. En sus palabras: «Un hombre al que amé muchísimo»

-Por lo visto no sos de las que creen en un único amor…

-No, no existe el amor único, para toda la vida. Yo creo que hay muchos amores que se viven diferentes. Hay algunos más comprendidos que otros…Y también existe el mal amor. A mí me han dejado por amor y he sufrido una barbaridad.

-¿Cómo se sana un corazón roto?

-Un corazón roto lo arregla el tiempo, y otro nuevo amor que llega en algún momento. Porque hay que saber mirar. Tal vez en algún momento decís: “Yo con este tipo que usa esos zapatos no salgo ni loca”. Y de golpe pasan unos años y decís: “Voy a saltear los zapatos porque, la verdad, tiene un estilo y una inteligencia que me abruman”. Me gusta mucho coquetear, que me festejen.

-¿Ahora estás sola?

-Sí, pero siempre revolotean gavilanes. Algunos se animan más que otros. Es gracioso porque yo no los suelto. Tengo mi linda vida. Eso sí, con chicos jóvenes nada. Esa cosa de la “carne fresca” que les da a muchas mujeres grandes, no me interesa. Hablan del colágeno y no sé, me parece medio depre.

«Postergué el bótox, me da un poco de miedo», dice Marcela

-Estás regia sin obsesiones estéticas…

-Iba a hacer aparatos, pero al final no me dieron ganas. También postergué el bótox y demás. Un poco de miedo me da. Es que uno ve cada cara que madre mía. Ojo, estoy a favor de todo, pero soy yo. Y pienso realmente que no hay mujeres feas sino chicas que no saben explotarse. Por otra parte, sería raro ver a las Tinayre muy tocadas, ¿no?

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