Todo estaba listo y confirmado, hasta que la realidad –y las necesidades de la geopolítica– obligaron a modificar el plan de vuelo. Luego de haber confirmado su presencia durante meses, incluso por nota escrita, Karina Milei suspendió un estratégico viaje a China, previsto para esta semana, y cambió Shanghai por Miami, a donde llegó junto al presidente Javier Milei, mimado en el America Business Forum y protagonista en la cumbre de la CPAC.
Desde el Gobierno evitaron las explicaciones sobre la ausencia de “El Jefe”, reemplazada en la mega Expo-Shanghai (la más grande del mundo) por una misión institucional de la Agencia Nacional de Inversiones, organismo que encabeza el periodista Diego Sucalesca y que responde sin medias tintas a la secretaria general de la Presidencia. “Irá más adelante, en marzo”, prometieron altas fuentes oficiales.
Lo cierto es que el volantazo pone otra sombra en la ya complicada relación bilateral con China, mirada siempre de reojo por el gobierno de Donald Trump. Desde la embajada china en Buenos Aires optaron por el característico silencio oriental, aunque se sabe que la administración de Xi Jinping esperaba un gesto concreto del gobierno libertario. Para colmo, uno de los principales nexos con el Gobierno, el exjefe de gabinete Guillermo Francos, se fue con escándalo hace diez días, luego del triunfo electoral libertario, que también se festejó en Washington. La visita de Milei a China quedó así en stand-by.
“Entre Mar-a-Lago y China, prefirió quedar bien con Trump”, se lamentaron fuentes con intereses vinculados al gigante asiático, que pidieron reserva estricta de su nombre. El nuevo embajador norteamericano, Peter Lamelas, un furioso crítico de China –al menos en la previa de su llegada al país– fue recibido el lunes, en tiempo récord, por el Presidente en Casa Rosada.
La ayuda financiera de Washington, corporizada en el secretario del Tesoro, Scott Bessent, tiene su correlato en proyectos chinos que demorados –las represas en Santa Cruz, el radiotelescopio en San Juan– o que no se inician, como la llegada del 5G al país, tecnología producida por China a la que Estados Unidos se opone. El viaje de Karina, y también el del propio Presidente, parecen haberse transformado en cuentos chinos.
Sin dudas, la última semana profundizó el “regreso” de la familia Menem a lo más alto del poder. Ratificados luego del triunfo electoral, Eduardo “Lule” Menem y Martín Menem recobraron el protagonismo perdido y se mostraron durante distintos actos y ceremonias en la propia Casa Rosada.
“Estuvimos exiliados varios meses”, lo describió un miembro del clan riojano, que tuvo otra presencia sorpresiva: la de Eduardo Menem, exsenador, padre de Martín y tío de Lule, que participó en la reunión con legisladores en funciones y electos, educándolos sobre la tarea que varios de ellos realizarán por primera vez. “Eduardo ya venía asesorando a los diputados que lo llamaban. En la charla hizo lo mismo”, contaron cerca del patriarca riojano, de 87 años y con una mirada positiva de la gestión libertaria.
El hermano del fallecido expresidente Carlos Menem se mostró contento con la invitación y de acuerdo con “ilustrar” a los nuevos diputados. No se negó a una foto, en la primera fila, junto a la primera plana del Gobierno.
Con algo más de tiempo libre en su trabajo en la Cámara de Diputados, y luego del módico resultado del “centro republicano” en las últimas elecciones legislativas, Miguel Ángel Pichetto dedica más tiempo a la lectura, una de las aficiones que cultiva de manera metódica.
En su sitio de Instagram, donde se dedica a recomendar publicaciones que le interesan bajo el título de “libros que merecen ser leídos”, el diputado comentó en poco más de un minuto la consagrada novela histórica de Robert Graves, Yo, Claudio, que relata la vida y llegada al poder de distintos emperadores del imperio romano, en especial del mencionado Claudio, llegado a los 51 años, y casi de casualidad, al poder.
Lo curioso es que, al hablar de la novela, Pichetto hizo un comentario que podría leerse como un mensaje a la clase política. “Un libro sobre el poder… a veces la vida otorga oportunidades a figuras que parecían intrascendentes”, dice el exsenador y excandidato a vicepresidente de Mauricio Macri, cada vez más lejos de Pro y su cercanía con la ola violeta.
La presencia de diputados de Pro en la reunión convocada por Karina Milei en la Casa Rosada despertó distintas sensaciones en los funcionarios libertarios.
Desde el espacio que lidera Patricia Bullrich, aún ministra pero ya pensando en la jefatura del bloque libertario del Senado, que ejercerá a partir del 10 de diciembre, aplaudieron a su jefa, que a su manera aprovechó para pasarle factura a aquellos excompañeros del macrismo que votaron contra de distintos proyectos del Gobierno, o que se sumaron a iniciativas de la oposición en tiempos tormentosos para la gestión de Javier Milei.
“Hay que tener cuidado y no dejarse correr, como pasó varias veces”, dijo Bullrich, fiel a su estilo directo, y con la mirada puesta en algunos de los diputados macristas.
Cerca suyo mencionaron con especial énfasis a Silvia Lospennato, antigua aliada de Horacio Rodríguez Larreta y cabeza de lista de Pro en las legislativas del 18 de mayo pasado, quien estuvo presente –con bajo perfil– en la reunión encabezada por Karina Milei en la Casa Rosada.
“Está buscando desembarcar”, la castigó uno de sus antiguos compañeros, hoy alineado en el bullrichismo.
Ministros nuevos, energía nueva, es la consigna que los funcionarios del gabinete nacional comenzaron a cumplir en estos días, mientras Javier y Karina Milei se encontraban en Estados Unidos.
Aún sin la hermana presidencial, la promotora de aquella “limpieza energética” de los despachos que había dejado el kirchnerismo cuando La Libertad Avanza asumió el poder, sus subalternos comenzaron a cumplir el mismo rito en dos oficinas: la primera, ocupada por el exjefe de gabinete Guillermo Francos hasta el viernes 24 del mes pasado, y a la que en estos días ya comenzó a ir su reemplazante, Manuel Adorni; y la segunda, la que desde el martes ocupará Diego Santilli ya como nuevo ministro del Interior, en reemplazo del tucumano Lisandro Catalán, quien ya retiró sus pertenencias de la planta baja de la Casa Rosada.
Palo santo y mucho vinagre fue la combinación que utilizaron los empleados de Balcarce 50 (e incluso altos funcionarios) para “ahuyentar las malas energías”, supuestamente instaladas por los funcionarios que dejaron sus puestos, y comenzar en un ambiente optimista su período en la gestión.
