En el barro: la coach de intimidad de la serie explica cómo se gestaron las escenas más incómodas y subidas de tono

Después del éxito de El Marginal, la productora de Sebastián Ortega decidió incorporar por primera vez a una coordinadora de intimidad en el set de En el barro. Tati Rojas, la especialista que llevó adelante esa función, conversó con LA NACION acerca de su labor. “¿Por qué en los sets coordinábamos los bailes y las peleas, pero no se pautaban las escenas de besos?“, reflexiona antes de profundizar sobre su experiencia en la serie.

“Hay escenas eróticas muy fuertes que lograron realizarse dentro de un marco de consentimiento, sin dejar heridas. Para lograr esto se llenan formularios, se crean palabras de seguridad, se utilizan protectores genitales y barreras para evitar el roce los cuerpos. Se hace un seguimiento constante”, detalló la especialista sobre el alcance de su rol a este medio.

Tati Rojas destacó que la producción de En el barro le dio mucha importancia a su labor

Su rol consiste en facilitar la comunicación y asegurar el cumplimiento de los protocolos entre todos los partícipes de un set. “Es un rol que tiene que ser neutral”, asegura Rojas. No está dentro de sus tareas censurar, ni reducir el grado de desnudez o de contenido sexual que aparece en pantalla. “La idea es que nos sirva a todos y que no sea un policía”, subraya. Por el contrario, algunos intérpretes, se sienten más seguros y dispuestos para lograr escenas íntimas cuando cuentan con el apoyo de un coordinador de intimidad.

No solo pautamos cómo se va a articular el momento íntimo, sino que también damos contención emocional. Muchas veces en las ficciones se pueden despertar traumas que permanecían ocultos, ansiedades, miedos… Una coordinadora de intimidad está preparada para contener ese tipo de situaciones”, explica Rojas.

—¿Cómo fue recibido tu rol? ¿Fue igual con hombres que con mujeres?

—Todos se sintieron aliviados y contenidos. Los actores también. Algo curioso que noté es que muchos actores hombres heterosexuales me decían: “Yo hago lo que ella quiera para que esté cómoda”. Y yo les explicaba que era importante que ellos también se sintieran cómodos sobre lo que se ve y lo que no se ve, lo que podés y no podés hacer.

—En En el barro trabajaste con un equipo que interpretó escenas crudas, fuertes ¿Cómo fue el proceso?

—Filmamos un montón de escenas. Todo fue muy complejo y en las locaciones hacía mucho frío. Las escenas de sexo tenían dificultad adicional más allá de la escena principal. Por ejemplo, hay una escena donde María Becerra y Valentina Zenere se dan un beso y de fondo hay muchas acciones satelitales que también requerían atención para que nada se escape. Hay escenas de mucha exposición como cuando se ve a las protagonistas en las duchas o incluso escenas de violación. Ahí se requiere mucho ensayo para generar un marco de comodidad.

Valentina Zenere, en una escena de la serie

—Hablaste de un formulario que colabora en tu tarea ¿Cuáles son las cosas que se consultan?

—Es una ayuda a memoria, a veces las escenas pueden derivar en cosas que necesitan estar pautadas de antemano. No se consulta solo por la desnudez, también se consulta, por ejemplo, si estás dispuesto a que te chupen los pies, si no te gusta que te toquen alguna parte del cuerpo en específico, cuál es tu límite para los besos, si estás dispuesto a morder/ser mordido, a ser acariciado, a las lamidas en la cara. Es amplio y con detalle. Por ejemplo, había una persona a la que no le gustaba que le tocarán la nariz porque le daba alergia y ese tipo de cosas también se contemplan.

-Todo se especifica…

-Sí, y también es muy importante el trabajo en equipo y plantear las coreografías de la escena. La pauta de todo eso resulta en un mejor trabajo actoral porque se interpreta una representación de la sexualidad más creíble cuando la gente está cómoda. Un actor puede cambiar de opinión respecto de lo que está dispuesto a hacer, por ejemplo, si de pronto le da cosquillas que lo besen en el cuello, la escena se modifica, como pasa en la vida real.

—¿Es común que los actores cambien de opinión respecto a lo que están dispuestos a hacer?

—En la práctica el consentimiento es móvil. Por ejemplo, en En el barro, Anita Garibaldi primero pidió que no se le vea una parte del cuerpo, pero después pasaron los días, pidió ver la escena sin editar y me dijo que se había dado cuenta que era necesario para la escena, que su cuerpo no era hegemónico y que con la crudeza de la cárcel era necesario mostrarse. Ahí decidió cambiar lo que había pedido en un principio. Lo importante es destacar que esto nació de ella y que hubo cuidado y acompañamiento en todo momento. Los artistas son los que tienen potestad sobre el cuerpo. Cada uno decide sobre su cuerpo y no tiene que haber presión. Idealmente, la coordinadora de intimidad llega hasta la postproducción y eso es algo que destaco: en En el barro eso se pudo chequear en todo momento hasta el final del rodaje y la producción le dio mucho hincapié al rol.

—¿Esto también se replica a la hora de tomar castings donde muchas veces se les pide a los artistas, por ejemplo, presentarse en ropa interior?

—Nunca pediría, y ahora menos, que alguien haga un casting en ropa interior. No es necesario que un artista se ponga en ropa interior para que un director decida si va o no con el personaje. El cuerpo se puede ver por fotos, no hace falta que sea en vivo. Siendo directora de casting, e incluso antes de ser coach de intimidad, nunca pedí algo así, por criterio. Hay algo en la práctica de la actuación en la que se espera que el actor siempre esté disponible y justamente el rol de coach de intimidad viene a mitigar cualquier dinámica de poder que pueda incomodarlo.

Rojas se formó en el exterior. “Las únicas capacitaciones que existen son anglosajonas”, cuenta. Durante un año se preparó en línea con la inglesa Abigail Kessel, discípula de la pionera en coordinación de intimidad Ita O’Brien, de la serie Sex Education. La preparación incluyó estudios sobre primeros auxilios psicológicos, comunicación no violenta, sexualidad, métodos de mediación y temas legales. Tenemos herramientas para decodificar cualquier situación disruptiva y alertar al respecto. Es mucho más complejo que ser coach actoral. Si bien es difícil porque muchas veces no hay espacio ni presupuesto para un nuevo rol cada vez hay más conciencia”, asegura.

Una coordinadora de intimidad es también una mediadora, una especialista en comunicación no violenta, donde todo el tiempo se escucha a las personas dentro del set

Fue en 2017, con el auge del movimiento #MeToo en los Estados Unidos, que se desató una catarata de acusaciones por delitos sexuales contra los poderosos de la industria del cine. El productor Harvey Weinstein fue el principal señalado por algunas de las actrices más reconocidas de Hollywood. A partir de ese momento, surgió la necesidad incluir en los sets un nuevo rol que se encargue de contener al equipo en las escenas íntimas y genere un ambiente cómodo y seguro, lejos de los abusos del pasado que por tanto tiempo se habían mantenido ocultos.

“Si los actores estaban expuestos a una pelea, al peligro de que alguien los hiriera físicamente en una escena había un especialista que se encargaba de hacerle seguimiento a la cuestión, en cambio, en otro tipo de escenas íntimas cuando estaban expuestos a heridas físicas, emocionales o psicólogicas no había nadie”, señala Rojas.

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