Vidas paralelas: los oficios de los jugadores del Auckland City, próximos rivales de Boca

En medio del glamour, los flashes y los millones del Mundial de Clubes 2025 que se disputa en Estados Unidos, el Auckland City representa una historia única que contrasta con el profesionalismo absoluto de las potencias del fútbol.

El club de Nueva Zelanda, que compite como campeón de Oceanía, llamó la atención no solo por su abultada derrota frente al Bayern Múnich, sino por los oficios que tienen muchos de sus futbolistas fuera del campo de juego. Lejos de vivir exclusivamente del fútbol, al menos diez jugadores del plantel alternan sus días entre sus trabajos y los entrenamientos nocturnos.

Jordan Vale y Christian Gray son docentes; Adam Mitchell trabaja como agente inmobiliario; Ryan De Vries es chapista; Dylan Manickum se desempeña como asistente en una obra de ingeniería; y Alfie Rogers vende bebidas en una empresa de gaseosas. Incluso el arquero Conor Tracey reparte sus fines de semana entre el arco y su empleo en un almacén de productos veterinarios.

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También están Regont Murati, empleado de logística; Joe Lee, servicio al cliente en telefonía; Angus Kilkolly, encargado de una fábrica de herramientas; y Mario Ilich, jefe de ventas en una refresquera.

La rutina es exigente: arrancan el día a las cinco de la mañana, se preparan físicamente antes de ir a trabajar y luego, tras cumplir sus turnos laborales, entrenan por la noche durante dos horas. Esto demuestra la pasión que los impulsa a competir en un torneo de élite a pesar de no contar con condiciones profesionales. La mayoría tuvo que pedir días no remunerados o usar vacaciones para viajar a Estados Unidos.

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Además, algunos integrantes del cuerpo técnico también cumplen funciones docentes en colegios o centros formativos asociados al club. Según medios locales como el NZ Herald, dentro del grupo hay además pintores, camioneros, estudiantes de zoología y trabajadores de logística.

Pese al 10-0 sufrido ante el Bayern Múnich, la participación del conjunto neozelandés fue celebrada por sus hinchas y admirada por el público neutral. Para los jugadores, más allá del resultado, esta Copa del Mundo representa una vidriera única para mostrarse y quizás conseguir alguna oportunidad en una liga profesional.

En un mundo dominado por los clubes millonarios, su historia devuelve cierta pureza y romanticismo al deporte.

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