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Graham Craker fue una figura clave durante el duelo de los príncipes tras la muerte de su madre
Graham Craker, el guardaespaldas que escoltó al príncipe William durante uno de los momentos más tristes de su vida, falleció a los 77 años. Su vínculo con el heredero al trono británico fue tan fuerte que incluso fue invitado a su boda en 2011.
Craker quedó inmortalizado en la historia por acompañar a William y Harryen la procesión fúnebre de Diana de Gales, el 6 de septiembre de 1997. Se mantuvo cerca de los hermanos desde el palacio de St James hasta la Abadía de Westminster. Luego, viajó en el asiento delantero del coche fúnebre rumbo a Althorp House, donde fue enterrada la princesa.
Una figura de apoyo en un momento devastador
Los príncipes lo apodaron cariñosamente “Crackers” y Harry lo mencionó en su libro de memorias, Spare . Allí relató cómo el vehículo debía detenerse constantemente para que Graham pudiera retirar las flores del parabrisas. «Willy y yo le teníamos mucho cariño. Nos parecía histérico», escribió el duque de Sussex.
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Craker también describió cómo vivieron los momentos posteriores al accidente en París. Relató que llamó al servicio de guardia del palacio de Buckingham y le informó que Dodi Fayed había muerto y que la princesa tenía un brazo roto. Poco después, le confirmaron que Diana también había fallecido. “Me quedé estupefacto”, confesó.
El momento más duro, según explicó, fue ver al joven William al día siguiente. El príncipe paseaba a su perro cuando Craker se acercó para expresarle sus condolencias. “Siento muchas malas noticias”, dijo. “Gracias”, respondió William, visiblemente afectado.
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Reconocimiento real a su lealtad
Durante el funeral, Craker se quedó tras el coche fúnebre. William lo miró y lo reconoció entre la multitud. “Le asentí con la cabeza y él se reconfortó al saber que yo estaba allí, al lado de su madre”, contó el ex guardaespaldas.
Su cercanía con la familia real fue reconocida oficialmente. En 2011, fue invitado a la boda de William y Kate Middleton. Además, la reina Isabel II lo distinguió como Miembro de la Real Orden Victoriana, un honor reservado a quienes brindaron servicios destacados a la monarquía.
Craker se retiró en 2001 tras 35 años de servicio en la Policía Metropolitana, incluyendo 15 como guardaespaldas de la realeza. Su legado perdura como símbolo de lealtad y humanidad en uno de los capítulos más dolorosos de la familia real británica.
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