Cada vez es más caro gobernar

“Poder que no abusa no es poder”. Sentencia que abordaron Rosas, los conservadores, vilmente los militares, Perón y muchos gobernadores de ese partido (justamente los que propalaron la frase). En las 48 reglas del poder profusamente documentadas, sin embargo, Roger Greene no incluye esa consigna tan típica de la Argentina que, esta semana, enfrentará Javier Milei luego de su regreso hoy de los Estados Unidos. Para echar lavandina en su gabinete, limpiarle complicaciones a su hermana Karina y, en particular, decidir sobre un propósito que merodeaba en su nerviosa cabeza antes de viajar: el deseo de iniciar las sesiones ordinarias del Congreso el primero de marzo con dos nuevos miembros de la Corte presenciando su discurso. Si el Presidente se ha reservado manejar el Presupuesto por decreto, no parece tan atrevido incorporar por decreto a dos jueces en el tribunal supremo. Poder que no abusa no es poder.

En su momento, ya lo intentó mal aconsejado constitucionalmente Mauricio Macri, quien ahora se refrescó con un vitalizante azul inesperado: la crisis del Criptogate. Lo benefició para salir del apocamiento natural en el que había incurrido y se advirtió en declaraciones desafiantes, hostiles hacia el Gobierno. En la intimidad de una minicumbre con cuadros juveniles en la casa de la familia Triaca, en la Panamericana, estaba entonado e invitó como orador principal a un crítico feroz del manipuleo mileísta con la cripto $Libra: Gabriel Sánchez Zinny. El mensaje de Macri: sigamos juntos a ese núcleo, no se tienten con los espejitos de colores, no los voy a defraudar. Aunque parecía que estaba en ese rumbo antes de la tortuosa semana de Milei.

Macri se despachó ante todos los públicos contra Karina Milei y Santiago Caputo por el caos de la gestión

Esto no les gusta a los autoritarios

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Al mejor estilo Ricardo Balbín, cuando el jefe radical denunció al “entorno” de María Isabel Martínez de Perón antes del golpe de Estado de 1976, el ingeniero boquense se despachó hacia todos los públicos contra el círculo áulico del Presidente, en rigor contra el triángulo de Karina y Santiago Caputo más el mandatario. Culpa a los dos máximos colabores por el desorden de la gestión, y al asesor, por una cuestión privada: la disidencia que ambos han mantenido por la licitación anulada de la Hidrovía. Siempre la plata como discordia. Además, se pronunció sobre la presunta estafa que afecta a la cúpula oficial y la conveniencia necesaria –siempre pedigüeño, como en todos sus actos– de que su grupo político participe en la administración para evitar que progresen en el Congreso los dos tercios contrarios, como estuvo a punto de ocurrir la última semana con el debate sobre aprobar o no una comisión investigadora. Preocupación a contemplar ya que Edgar Mainhard escribió que, en una reunión del Banco Mundial, Kristalina Georgieva invitó a dos sindicalistas argentinos: Gerardo Martínez (Construcción) y Cristian Jerónimo (Vidrio), para interrogarlos, entre otros temas, sobre las posibilidades de que Milei no finalizara su mandato antes de 2027. Raro. Algún veneno le entró, incluso sin atender el recibimiento que ayer le brindó Donald Trump cuando ambos compartieron un evento de la llamada Nueva Derecha.

Tanta ha sido la campaña del Gobierno contra los que quieren voltearlo en la Argentina y lo acucian hasta la desesperación para dañarlo, como es desesperada su defensa en otros medios, que finalmente ha generado dudas en otras latitudes sobre su estabilidad, por encima de óptimos resultados económicos aprobados hasta por quienes padecen el ajuste. Al margen del escándalo local con $Libra y sus conocidos (recordar que a uno de ellos, en público, lo consideró un verdadero “creativo”), más que la reaparición de fantasmas, el mandatario argentino se inquieta por un sostén que antes lo favorecía. Por ejemplo, una nota en The Economist que consideró un bochorno el episodio que involucró a Milei en la brutal suba y baja de una acción en el mercado cripto. Justo a él, que se exhibía como un ajeno a las perversiones económicas. Señal de alarma que podría continuar esta semana con el influyente The Hill, comparable a la CNN, también su competencia en el auditorio de abogados y Casa Blanca, que amenaza con un informe completo sobre esa cuestionada operación. Vale aclarar: uno no promociona esta publicación, simplemente la difunde sobre lo que se anuncia que va a publicar.

La «casta» cobra un alto precio para cualquier medida que la requiera. Sobre todo si no sos socio

Un tema arduo que ya está hoy en Olivos, donde nadie sabe si habrá concurrencia para escuchar óperas, es la cuestión de la Corte Suprema: antes de fin de mes debe pronunciarse. Después de intensos y controvertidos trámites, en la Cámara alta dejó de prosperar la candidatura de Ariel Lijo a integrar el máximo tribunal. Se suspendió la sesión del último viernes por falta de adhesiones y el Gobinero, según afirman ciertos especialistas, podría designarlo por decreto. Junto a otro candidato, dos decretos. Antes, un detalle a contemplar: previamente a la jura, Lijo debe renunciar a su cargo de juez federal, no hay licencia posible, solo le toman juramento con la dimisión presentada. Pero, como dicen en el barrio, puede quedarse sin el pan y sin la torta porque –entre otros– la gente de Macri no va a acompañar luego esa nominación parlamentaria de Milei, un respaldo substancial como el del radicalismo (aunque este partido se precia de hacer todo lo contrario de lo que realiza su jefe, Martín Lousteau). Demasiado costo, incluso para él mismo, ya que desde hace diez meses la “operación Lorenzetti” lo ha descascarado hasta el infinito. Lorenzetti lo necesitaba para una mayoría que, más tarde, lo entronizara a él como titular del cuerpo en lugar de Horacio Rosatti. Desde que se lanzó la operación, hace unos diez meses, se juraba que Lijo disponía de los votos imprescindibles para llegar. Vaticinios de periodistas y medios. En verdad, nunca los tuvo y con fórceps atravesó la comisión del Senado. Peor, sin embargo, es la situación de Manuel García Mansilla, el otro aspirante a ser miembro de la Corte como un plazo fijo: su nombre ni siquiera pudo llegar a la comisión del Senado. Lo pueden hacer volar en una semana con dos tercios en contra, recordando que Cristina lo detesta porque le han dicho que hasta es un opositor del divorcio. Se habla de un tercer candidato, Ricardo Rojas, entre otros, y hasta la eventualidad de una mujer, alguien que colabora con Caputo joven en la asesoría presidencial y que tuvo protagonismo en la hechura de la ley Bases. Todos en riesgo posterior a la guadaña de los dos tercios. A menos que haya una negociación satisfactoria, ya que lo del “poder que no abusa no es poder” resulta escasamente aplicable en este momento de la vida política de Milei. Resulta que cada vez es más caro gobernar y, como siempre dijo, la “casta” cobra un alto precio para cualquier medida que la requiera. Sobre todo si no sos socio.

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