Pantalón marrón, remera oscura. Una pulsera roja en la mano derecha, que levanta para saludar cuando entra al plató de televisión para ser el personaje con el que el programa abrirá la semana de invitados. Franco Colapinto, que irrumpió hace tres carreras de modo sorpresivo en la Fórmula 1, repite la frescura que refleja en el paddock del Gran Circo en los medios. No sorprende, porque en su primera interacción con la prensa, en el autódromo de Monza, cuando debutó con Williams en un gran premio a tiempo completo, mantuvo largas charlas con los periodistas que deseaban conocer quién era el joven argentino que devolvía al automovilismo nacional, tras 23 años, a la cúspide del deporte motor. Intrépido como en la maniobra de la largada del reciente GP de Singapur, el pilarense jugó con sus humoradas durante una entrevista distendida, que tuvo múltiples ejes: desde cómo se quedó sin batería al pulsar de modo equivocado un botón del volante a su relación con Bizarrap, o el entrenamiento del cuello al que se exigen los pilotos.
“Del volante de F.1 no vamos a hablar, vos no tenés idea de F.1. Me hacés cada pregunta. El volante es un quilombo. Complicado, y vos estás medio perdido. Lo girás y lo manejás, es lo mismo que el auto tuyo. Hay muchos botones rojos, y la idea es no tocarlos, y otros que tenés que tocar todo el tiempo. Pero va todo muy rápido, y al principio es como que estás medio desacostumbrado de esa velocidad, entonces cuesta estar enfocado en qué tocar, en qué hacer”, la respuesta al entrevistador Pablo Moto, que se calzó con un casco que llevó el argentino al estudio.
“Yo vi que te trajeron mucho fernet y mate, pero nadie te hizo un regalo así. Es mi debut en la televisión española, te la jugaste más que Williams. La estoy pasando bien, pero tanto me dicen disfrutalo, disfrutalo, que capaz que es la primera y única que me invitan”, respondió, a pura risa, mientras apuraba cómo se relacionó con el productor musical Bizarrap, una plataforma que empujó para que los sponsors se sumaran cuando asomó la oportunidad de reemplazar a Logan Sargeant en el equipo de Grove.
“Es un crack”, la primera expresión, con la que lo definió. “Como artista es una leyenda argentina. Siento que es el N°1 en lo que hace y yo quería ser en N°1, entonces es como estar siguiendo un poco su escalera. Cuando lo conocí en persona me impresionó un montón: es un pibe super profesional, tiene los pies en la tierra, es humilde, amable. El chabón, casi sin conocerme, a ciegas, vino y me dijo: ‘Decime qué necesitás y yo te ayudo, te doy una mano, tranquilo. Relajá que vas a llegar, yo te voy a ayudar’. Y a mí me impresionó, porque es una persona súper famosa y a ciegas me dijo decime lo que necesites, y me dio una mano enorme para llegar donde estoy. Este casco hermoso lo hicimos juntos”, señala Colapinto, apuntando a la creación de múltiples colores y que el artista hizo viral en las redes sociales.
Consultado sobre el dinero que se necesita para tomar un asiento en la F.1, respondió con humor. “No vale una pasta, si llegás te pagan una pasta. A mí no me pagan nada todavía, estoy medio pobre. Hago lo que puedo. Así, pobre y todo, te traje un casco”, el modo de eludir las cifras, los números y aportar esa cuota de genio para que el estudio aplauda o ría con su espontaneidad. “Entrar el colegio a mitad del año es barato, esto es más plata. Si metí la pata me lo dirás vos o quizás por eso es que estoy acá, por meter mucho la pata”, extiende la respuesta y la gracia, hasta intentar recobrar la seriedad.
“La F.1 era mi sueño desde muy chiquito y trabajamos mucho para eso. Mis manager me agarraron desde pibe, cuando gané la F.4 acá en España y nuestro objetivo y sueño en común fue llegar a la F.1. Nunca sabés cuando vas a llegar a la F.1 y tampoco nunca cuándo vas tener otra oportunidad, por eso hay que estar preparado. Siempre intenté prepararme para esto. A los 14 años me fui a vivir a Italia sin saber hablar el idioma, a 12 mil kilómetros de mi casa, no sabía cocinar y hacía el arroz en la pava eléctrica, no sabía lavar la ropa… Vivía en una fábrica, en el departamento que estaba arriba de la fábrica de la marca para la que corría, que hacía chasis de karting”, relata para los desconocidos cómo fue su inicio en el automovilismo europeo, el que ahora se admira con la capacidad que enseñó en sus actuaciones en Monza, Bakú y Marina Bay.
Distendido, enseñó que el pantalón todavía llevaba la alarma que se le colocan a las prendas en las tiendas y contó la experiencia de cómo intentó lavar el buzo de piloto cuando corrió en la Toyota Racing Series, en 2020. “Es complicado lavar un mono, porque lo tenés que lavar en modo delicado. Yo había roto uno con una lavadora: lo metí, le puse calor y se me achicó y no me entraba más. Y de chico yo iba mucho a hoteles. En Nueva Zelanda, cuando corrí ahí, a veces dejás las cosas a los chicos del hotel y tardan cinco días y yo necesitaba algo más rápido, más dinámico y mi forma fue lavarlo en la ducha. Ponérmelo, tirarme un poco de shampoo y cuando bajaba lo iba lavando”, relató ante la incredulidad del conductor y la risa del público en el programa El Hormiguero, de Antena 3, de España.
La Fórmula 1 obviamente fue abordada, pero desde un costado de anécdotas o situaciones que vivió desde que fue convocado por la escudería Williams para completar la temporada. “Cuando activás un botón se queda sin energía eléctrica: está la energía del motor y la energía eléctrica, que son 300 o 400 caballos más de fuerza que se van regenerando con las vueltas. Tenía que resetear, porque no sé qué mierda había fallado, y tenés que apretar el botón dos veces… Eso te puede pasar yendo a 300km/h, a 350km/h, en una curva, y yo lo apagué, pero no lo prendí. No lo reseteé, me quedé sin potencia: el auto iba despacito. Y me hablan de la radio y no sé qué toqué, qué hice, y arrancó”, recuerda los primeros desaciertos y desinteligencias con el volante.
“Después, un chabón hablándome en la radio cada cinco segundos diciéndote driver default… no sé qué, cambiá esto y cambiá lo otro. Y yo, al principio, no podía ir derecho ni por lo gris, iba por el pasto. El flaco, un francés [Gaëtan Jego], me hablaba y no le entendía nada. En inglés, medio francés, con el acento choto ese no le entendía nada y yo hacía lo que podía. Entender qué botón tenía que apretar me llevaba un par de minuto, pero la idea es hacerlo al toque”, rememoró sobre las comunicaciones de radio con el ingeniero, con el que mantiene una excelente relación. El mensaje antes de la largada en el estreno en Monza o cuando sumó los primeros dos puntos en Azerbaiyán, remarcan el feedback entre el piloto y el hombre del muro.
Fernando Alonso y Carlos Sainz Jr. son dos pilotos de la actual grilla de F.1 que visitan el programa. Al mirar una foto del bicampeón del mundo, Colapinto reflexionó sobre el cuello del asturiano e hizo un comentario sobre cómo deben entrenarse por la fuerza G que reciben en el auto. “Fernando tiene un cuello de la p… madre. Para fortalecerlo, el ejercicio es desagradable: lo menos sexy. Tenés un coso acá en la cabeza que parece lo que les ponen a los perros, un bozal, te tiran y tenés el cuello que se te va a la mierda. Después te queda un dolor de cervicales que no podés ni moverte. A la noche te quedás duro en la almohada y cuando te levantás estás como Robocop. Y después, el cuello te queda como muy grande, que te sale de las orejas. Es asqueroso. Parecés un rugbier más que un piloto de F.1″, fue la comparación que ensayó el pilarense, al que le midieron el cuello con una cinta de costurera y dio 43 centímetros, el mismo número que lleva en el coche. También una frase graciosa sobre Sainz Jr., que será piloto de Williams en 2025 –junto a Alexander Albon- lo que deja sin espacio en la escuadra de Grove al argentino. “No tengo equipo para el año que viene, pasa que Carlos me va a sacar la butaca. Tu compatriota; rajalo a Carlitos, que vaya a otro equipo. Que no joda”.
El único espacio que hay para sostenerse en la grilla es un acuerdo con Audi, aunque Colapinto se mantiene sereno sobre el futuro. “No tengo idea de lo que voy a hacer el año que viene. Es muy emocionante que James [Vowles] quiera mantenerme en la F.1 y estoy agradecido, además de la oportunidad que me dio en Williams”, recogió el medio digital latmotorsport.com. Y agregó: “Quiero quedarme en Williams. Me encanta este equipo, como trabajan. Me encantaría tener una oportunidad en el futuro con este equipo, correr en la F.1 de nuevo juntos sería increíble. No tengo idea de opciones, mi plan A es quedarme. Es un lugar en el que me gusta estar. Trabajamos muy bien en el pasado, invirtieron mucho en mí desde que estaba en las categorías inferiores”.
Pista y medios, los dos escenarios en los que Colapinto se desenvuelve con soltura a la espera de la siguiente cita del calendario, el fin de semana entre el 18 y 20 de octubre, en Estados Unidos, mientras espía cuál será su futuro.
LA NACION
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