El odio a los judíos -a veces disfrazado de “antisionismo”- persiste en pleno siglo XXI. Hace un año, miembros de la organización terrorista Hamas realizaron un sangriento ataque en el sur de Israel, en el desierto de Néguev, donde asesinaron, violaron y secuestraron a cientos de personas indefensas. El trágico saldo del embate -que se extendió más allá del 7 de octubre- superó las 1200 víctimas mortales y cientos de heridos y secuestrados, entre ellos, ciudadanos argentinos. Uno de los epicentros del atentado fue el festival de música electrónica Supenova, donde fueron asesinadas 370 personas y otras 250 fueron secuestradas. Sobrevivieron más de 3400.
Esta noche, a las 21, en La Rural (avenida Sarmiento 2704), se inaugura la exhibición internacional, inmersiva e itinerante Nova, en homenaje a las víctimas del atentado. El primer destino hispanoamericano de la muestra, que estuvo al cuidado de varios sobrevivientes de la masacre, es la ciudad de Buenos Aires. La Argentina es el quinto país con mayor cantidad de judíos, después de Estados Unidos, Francia, Canadá y el Reino Unido, sin contar Israel.
Nova estará abierta al público solo dos semanas: desde el martes 8 hasta el domingo 20 de octubre, de 13 a 19; el viernes próximo, de 11 a 17 y permanecerá cerrada el sábado 12. Las entradas cuestan, que cuestan $ 10.000, se pueden adquirir en este enlace. Agrupados en la Fundación Tribu de Nova -con el lema “Bailaremos otra vez”- los organizadores anticiparon algunos contenidos de la muestra, apta para mayores de 16 años porque incluye contenido sensible.
“No tenemos fines económicos ni banderas políticas -dijo el periodista Hernán Feler, cofundador de la organización Juntos por Israel, en la presentación de la exhibición-. Lo que queremos es mostrar el horror. ¿Merecían morir los jóvenes que estaban bailando? Estamos muy orgullosos que la Fundación haya elegido a la Argentina como el próximo destino de la muestra que estará por primera vez en Hispanoamérica”. Su tía, Ofelia Roitman, capturada por los terroristas en el kibutz Nir Oz, estuvo secuestrada 53 días en la Franja de Gaza.
Declarada de interés nacional por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Cultura, la muestra recrea uno de los principales escenarios de los ataques del 7 de octubre de 2023 (que recuerdan los perpetrados por Estado Islámico el 15 de noviembre de 2015, en París) e invita a los visitantes a revivir y reflexionar sobre los trágicos acontecimientos de aquella jornada en Israel, cuando a partir de la 6:29 de la mañana, en el día de la festividad judía de Simjat Torá, cientos de terroristas de Hamas atacaron a los asistentes del festival.
El proyecto itinerante e inmersivo -que se inauguró con gran convocatoria en Tel Aviv, Nueva York y Los Ángeles- es una suerte de “museo de la memoria” con objetos rescatados del festival como un auto calcinado, pertenencias de las víctimas y cabinas de baños químicos acribilladas a balazos, además de videos testimoniales de sobrevivientes y familiares de los asesinados. Se realiza sobre piso de arena.
Algunos de los sobrevivientes que visitaron la muestra en Nueva York y la difundieron en sus redes sociales, como Natalie Sanandaji, fueron agredidos y “doxeados” por activistas antijudíos.
Las donaciones obtenidas durante la exhibición se destinarán a Nova Healing Journey, una iniciativa que apoya el tratamiento de salud mental de las víctimas y las familias de la masacre del 7 de octubre. También se pueden hacer donaciones en este enlace.
Una crónica plural en tiempo real
Este mes, el sello Marea publicó Un pogrom del siglo XXI. Israel: 7 de octubre de 2023, conjunto de crónicas que abordan desde diferentes momentos y lugares (el festival de música, los kibutz Beeri, Mefalsim y Kfar Aza, Jerusalén, la Franja de Gaza) el trágico atentado. Escritas por corresponsales de la revista francesa Le Point -Valentine Arama, Armin Arefi, Luc de Barochez, Danièle Kriegel, Sébastien Leban, Guillaume Perrier, Julien Peyron, Bartolomé Simon, Théophile Simon, Mathilde Siraud y Géraldine Woessner- y reunidas por Jérémy André, narran en tiempo real y con testimonios de los sobrevivientes el ataque del 7 de octubre, desde la madrugada hasta las once de la noche. También se incluyen mensajes enviados por los terroristas a sus familiares, festejando la masacre.
“El libro lo hizo Le Point, con un equipo de corresponsales en el lugar y tomando como base el testimonio de los sobrevivientes, los familiares de las víctimas y los testigos; los últimos mensajes rescatados de celulares de las víctimas enviados a sus seres queridos; las palabras de soldados veteranos y de expertos en catástrofes y los llamativos informes previos de los servicios secretos israelíes sobre un inminente ataque programado metódicamente hace más de un año -dice a LA NACION la directora editorial de Marea, Constanza Brunet-. No pretende ser un trabajo de historiadores, sino un documento riguroso y descarnado de lo inmediato, para que el horror y la deshumanización no sean naturalizados”. Tiene un epílogo del escritor argelino Kamel Daoud.
“Quisimos publicarlo porque es una crónica magistral, que desarrolla desde el lugar de los hechos, con mucho nivel de detalle y una prosa atrapante, qué pasó ese día -señala Brunet-. El registro de tiempo real le da algo palpable al horror vivido. Creemos que es muy importante no olvidar qué pasó el 7 de octubre de 2023 y este libro es una manera de mantener vivas a esas víctimas y de pedir por la paz”. Y agrega: “La violencia desatada con posterioridad por el Estado de Israel contra Gaza y la crisis humanitaria actual en ese territorio en el que la ONU contabiliza 40.000 muertos es inadmisible; es un deber repudiar a todas las víctimas civiles y no permitir que se las utilice políticamente para justificar la guerra”.
La directora editorial de Marea cuenta que varias personas dejaron de seguir las cuentas de redes sociales tras el anuncio de la publicación del libro. “Sabemos que se instaló una grieta entre los que defienden una u otra postura -dice Brunet-. Algunos de nuestros seguidores en redes se sintieron ofendidos por este libro y dejaron mensajes manifestándolo o nos dejaron de seguir. La idea de muchos es que si recordás a las víctimas y repudiás el atentado de Hamas, automáticamente estás defendiendo y justificando el accionar del Estado israelí contra el pueblo palestino. Nuestra idea es que hay que tomar la voz de las víctimas de los dos lados, embanderarse con un solo lado le hace el juego a quienes quieren que esta guerra continúe”.
“A la historia le cuesta recuperarse de ciertos días -comienza así el prólogo del periodista Étienne Gernelle-. La mañana del 7 de octubre, los asesinos llegaron de a cientos. Mataron y siguieron matando con balas o cuchillos a familias, niños y ancianos, incluso a mujeres embarazadas. Violaron y mutilaron para humillar y aniquilar. Hicieron falta días, a veces semanas, para identificar ciertos cuerpos, tan destruidos que ningún padre pudo reconocerlos. Hubo que pedir ayuda a arqueólogos. Como si se hubiera negado a las víctimas no solo el derecho de vivir, sino también el de haber existido. Los asesinos reían, se filmaban, se mostraban orgullosos por los teléfonos. Todo eso no solo estaba permitido, era lo que querían. Porque el objetivo no era vencer sino erradicar, porque el blanco eran los judíos. Los hombres de Hamás luego partieron con rehenes. El único valor de esas vidas: ser otros posibles muertos”. Grenelle menciona que algunos historiadores compararon el ataque en la rave con el atentado a las Torres Gemelas, en septiembre de 2011.
Gernelle aborda la “gran relativización” del antisemitismo en el debate público en Occidente: “Estábamos conversando de todas las tonterías y obscenidades que se estaban diciendo en el mundo sobre Israel y Gaza: aquel eslogan de ‘Palestina libre, desde el río hasta el mar’, entonado en las calles de Londres y en Harvard, que significa la eliminación de Israel; la explosión de los actos antisemitas, desde Berlín hasta Majachkalá en Daguestán; el episodio del hospital Al-Ahli, que supuestamente fue bombardeado por las Fuerzas de Defensa de Israel, y a propósito del cual instituciones respetadas propagaron con entusiasmo el discurso de Hamás; y luego el silencio sobre las violaciones cometidas por los hombres de Hamás…”. Y brinda una clave de lectura de Un pogrom del siglo XXI: “Quisimos, al menos, seguir los hechos y hacer que hablaran los testigos. No olvidar, no tan rápido”.
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