En la calle trasera de los boxes del autódromo Oscar y Juan Gálvez, de Buenos Aires, se entremezcla el idioma español con el portugués. Los primeros garajes, hasta el túnel que cruza la pista desde la tribuna oficial, están tomados por escuderías de Stock Car y el TCR de Brasil, y los equipos del TCR South America y TC2000 ocupan el restante segmento de la recta principal. El Festival Sudamericano de la Velocidad, pasión sin fronteras, es el espectáculo que desde este viernes y hasta el domingo protagonizan seis categorías, ya que también participarán los autos de la Fórmula Nacional y la Fórmula 4 Brazilian. Una cita con pilotos de jerarquía, multicampeones y ex de Fórmula 1.
Desde Rubens Barrichello, Felipe Massa y Norberto Fontana, hasta Matías Rossi, Agustín Canapino y Leonel Pernía, la lista ofrece también dos conductores que hasta la irrupción de Franco Colapinto con Williams en el Gran Circo eran de los más observados por los fanáticos argentinos en el Viejo Continente: el quíntuple campeón del mundo José María Pechito López y Sacha Fenestraz, invitados de Toyota Gazoo Racing para los 200 Kilómetros de Buenos Aires de TC2000. El cordobés acompañará a Rossi y, además, se estrenará en el TCR South America; el francés, que se crio en el país, compartirá butaca con Marcelo Ciarrocchi.
La actividad es frenética para los pilotos que correrán en dos categorías: saltan de un auto a otro, y de un box a otro; se reúnen con ingenieros para analizar rendimientos y evaluar modificaciones… En los tiempos muertos del cronograma, realizan actividades con patrocinadores y atienden a medios. En el box Nº 12, el portón gris está levantado: una mampara y, detrás, una larga mesa de madera preceden a una pequeña oficina; un par de metros más. y los autos parados sobre tacos, a la espera de la acción, la velocidad. Pechito López sabe lo que es ganar esta tradicional carrera, además de lo que implica ser campeón de TC2000: se impuso en 2008, con Anthony Reid, a bordo de un Honda Civic; ése fue el primer año de los tres en los que se consagró monarca, porque repitió en 2009 con la misma marca y cerró en 2012 con Ford Focus.
Ahora con Rossi, va por el cuarto intento juntos en los 200 Kilómetros. La relación amistosa se fortaleció Toyota, la automotriz japonesa que los tiene bajo contrato. “La cuarta es la vencida”, dice con una sonrisa. “Siempre es lindo venir al autódromo, estar y correr en la Argentina. Con la marca llevo casi 10 temporadas y competir con un piloto como Matías es un placer”, agrega Pechito, que tiene un contrato hasta 2027 con Toyota, en el inicio de una charla con LA NACION.
“Entre los dos tenemos ocho campeonatos de TC2000 y no creo que otra dupla sume eso, pero hay binomios muy fuertes; no hay que subestimar a los rivales. Hay experiencia y hay que exprimirla, pero no es fácil: hay equipos que trabajan muy bien, hay pilotos muy buenos, y no es que venimos y se da por sentado que con los títulos del pasado ya está. Lo que nos pasó en los últimos tres años es que siempre estuvimos muy cerca, pero nunca con el ritmo y la velocidad como para sentir que estábamos como para ganar. Creo que esta vez el Toyota Corolla viene muy bien desde las dos últimas carreras, pero ésta es especial porque todos, los equipos, los sponsors, los ingenieros, los mecánicos y los pilotos, entregamos un poquito más. Todo el mundo quiere ganar. Cuando sentís que el auto está competitivo, con la capacidad que tenemos como estructura, las posibilidades son muy buenas”, analiza el cordobés de Río Tercero, enfundado en un buzo negro, y hace una mueca de asombro al recordar cuándo corrió por última vez en dos categorías en un mismo fin de semana. “En 2010, en Potreros de los Funes, con el Honda de TC2000 y el Aston Martin de FIA GT1″, apura, sin necesidad de usar un buscador de internet.
Último argentino con posibilidades de ser piloto de Fórmula 1 antes de la irrupción de Colapinto, López también fue el último compatriota en girar con un Williams previamente a la aparición del pilarense. El sueño del Gran Circo resultó una frustración, pero también una fuente de energía que lo hizo avanzar en otros casilleros. “Siempre digo que en lugar de buscar excusas uno tiene que analizar si no pudo hacer las cosas un poquito mejor. Cuando estaba el apoyo, después de la salida de Esteban Tuero [renunció a Minardi tras la temporada de 1998], yo era muy chico y no tenía la edad. En ese momento estaba el presupuesto para correr, los sponsors para apoyar a un piloto argentino, pero yo no tenía la edad ni la preparación. No me gusta ir hacia el pasado, darle vuelta a una situación que no se dio: seguramente no habría ganado cinco títulos de campeón del mundo si hubiera ido a la F. 1 y no hubiera sido protagonista importante, porque estaba en un equipo de los del fondo de la grilla”, relata Pechito con calma, sin dejarse envolver por aquel desencanto.
La Fórmula 1 lo apasiona: los ojos brillan, los gestos con las manos se vuelven más ampulosos, el cuerpo se mueve en la silla cuando las preguntas se enfocan en Colapinto.
“Viví ese anunció como un fanático más. Me puso muy contento, porque lo conozco un poco, y también a la gente que lo maneja. Conozco del sacrificio, y sé la clase de persona que es porque tuve la oportunidad de hablar un par de veces con él y con su padre. Como argentino fanático del automovilismo, es una alegría gigante, y él con sus actuaciones se encarga de alimentar esa felicidad. Después, es difícil, porque son 20 las butacas para todo el mundo y en ocasiones apenas son una o dos las que se renuevan; del año pasado a éste, por ejemplo, no hubo cambios. A veces tienen que alinearse los planetas y a Franco se le alinearon. Acompañó lo que él mismo fue construyendo con sus actuaciones, porque nadie le regaló un espacio ni un momento: tuvo que inventarlos, conquistarlos. ¿Cómo se alinean los planetas? Se bajó [Logan] Sargeant y eso pasó en el equipo donde estaba él, que logró el apoyo de personas que no estaban en el mundo del automovilismo. Eso remarca la capacidad de quienes lo manejan”, relata quien, a los 41 años, exhibe en su fantástico palmarés una victoria en las 24 Horas de Le Mans, dos coronas en el Mundial de Resistencia y tres en el Mundial de Turismo (WTCR).
–¿Sorprende la agitación que provocó en el ambiente y en el automovilismo argentino la aparición de Colapinto?
–Lo de Franco demuestra que los privados pueden apoyar, pueden hacer el esfuerzo, cuando existe un plan, un proyecto. Para formar una escalera se necesita un presupuesto importante, diría que alrededor de cinco millones de dólares, y una formación. Primero tiene que estar la formación: yo veo que los ingleses, los franceses, que sacan constantemente pilotos, tienen escuelas en las que el piloto se moldea en la parte de ingeniería y de mecánica, y no es solamente un piloto de autos. Así se prepara, con una estrategia; no es únicamente el talento y una adaptación física, es más complejo. Una vez que se hace una selección de talentos, se va agregando especificaciones y nutriendo con presupuesto ese proyecto, para que el piloto tenga la posibilidad de hacer su primer intento de mostrarse en Europa.
–Sin tener esa hoja de ruta, ¿la Argentina puede aprovechar ese viento de cola?
–Creo que va a servir, porque un triunfo importante o una aparición destacada en un deporte siempre genera un efecto positivo. Durante la época de la Legión del tenis muchos chicos se volcaron a ese deporte; con la Generación Dorada del básquetbol, lo mismo; ahora ves que los chicos quieren ser arqueros como Dibu Martínez, y Messi querían ser todos… Los chicos ven que ese sueño de llegar es posible.
–Pero en el automovilismo se necesita condiciones, talento y dinero…
–Como dije antes, mínimo, son cinco millones. Tenés que calcular para la escalera de la Fórmula Renault y las fórmulas 3 y 2 de FIA. Eso, si el piloto es un gran talento y logra los resultados y campeonatos en su primer año, algo que es casi imposible. Porque en la F. 3 y la F. 2 son muy pocos los que lo lograron: [Charles] Leclerc y [George] Russell, que ganaron GP3 Series y F. 2; [Oscar] Piastri lo hizo en modo consecutivo entre 2019 y 2021 en las tres categorías… Pero a veces hay que esperar hasta tres años para ganar un campeonato de F. 2, porque hay muchos pilotos de experiencia y jerarquía, y aun así eso no garantiza el asiento en la Fórmula 1. Es entonces cuando, a veces, si el apoyo privado no es sostenido se derrumba todo, porque es tan difícil… Como pilotos hay que seguir intentándolo, y se necesita el apoyo económico para pruebas, para estar en un equipo que ayude a ser protagonista importante. Hay que generar hasta que ese talento tenga la oportunidad.
–Puede darse en 2025 que tres pilotos de F. 2 que no fueron campeones salten a la F. 1 y que, a la vez, los dos y posiblemente hasta los tres últimos ganadores de ese campeonato no tengan un asiento.
–Exacto, y volvemos a lo anterior. No sólo no fueron campeones: tampoco lograron muchas victorias. Pero el análisis de los equipos es más profundo y no se mide sólo con la estadística de la carrera que mira un aficionado, un hincha. Depende no solamente de lo que han hecho, sino también de cómo lo hicieron. Los tres pilotos subieron a autos de F. 1 y superaron esas pruebas: Franco en Silverstone, y ahora con tres grandes premios; [Oliver] Bearman con las dos actuaciones como reemplazante de Carlos Sainz en Ferrari y de Kevin Magnussen en Haas; [Andrea Kimi] Antonelli se golpeó en Monza, pero no creo que Mercedes lo suba al simulador y el rendimiento sea malo, porque por algún motivo lo subió…
La agenda señala un viaje del autódromo al edificio del Automóvil Club Argentino (ACA) para la foto oficial. López se desentiende de los rumores sobre una prueba en IndyCar, porque no es lo que necesita este presente de su trayectoria. En una frase lo describe: “A esta altura quiero disfrutar del automovilismo, ganar carreras y hasta campeonatos, pero sin renunciar a lo que me da placer. No cierro la puerta, pero no estoy con la fuerza como para encarar un proyecto desde cero”. Con perspectiva, en cambio, se atreve a imaginar un posible retorno al automovilismo argentino.
“Me cuesta verlo porque no tengo televisión, pero lo sigo como puedo. Hay sentimientos encontrados: mi señora y yo somos muy familieros, yo estoy desde hace 20 años en Europa y siempre, desde el primer día, extraño a mi familia, a mis amigos, el día a día… Son cosas que no tengo y que allá, en Europa, no logro, porque las culturas son distintas. Por ahora me gustaría estar el mayor tiempo que pudiera en Europa, siempre y cuando tenga el nivel y la posibilidad de manejar para competir y ser protagonista importante. Si eso no sucediera, entonces pensaría en regresar. El 90% de la gente me dice «no vuelvas, ¿para qué vas a venir a renegar?». Pero mi realidad quizás es distinta a la de la gente común: acá yo la paso bien, ya tengo una base hecha y sé que podría correr, y en un automovilismo que es fuerte”, proyecta el cordobés.
Y tiene más por decir. “Ojo: yo no tengo que hacer lo que hace mi viejo, que tiene una fábrica. Lo miro y me doy cuenta de que lo degastaron mucho los diferentes gobiernos, que tiene que pelear todos los días con los constantes altibajos de la economía. De todas formas, tengo el pensamiento de que si uno tiene ganas de hacer cosas y de trabajar, siempre va a aparecer algo. Ayer veía la serie Romper la pared, sobre la vida y las emociones de Ángel Di María. La familia debió sacrificarse muchísimo, pero siempre tuvo las ganas de hacerlo y la dignidad de trabajar para conseguir lo que se necesitaba y así apoyar el sueño del hijo”, resalta Pechito López, el quíntuple campeón del mundo que viene a romper el hechizo con Rossi. Y que es uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo argentino, y que vive como un fanático la experiencia de Colapinto en la Fórmula 1.
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