La educación como motor del desarrollo

Durante la niñez y la juventud, las personas desarrollan las capacidades que, en buena medida, determinan las oportunidades y las herramientas que van a tener para construir su proyecto de vida. Al mismo tiempo, esas capacidades reflejan gran parte del potencial con el que cuenta Argentina para apalancar su desarrollo.

Desde ese ángulo, el panorama está lejos de ser satisfactorio. Apenas el 13% de quienes ingresan a la primaria llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado y con aprendizajes satisfactorios en Lengua y en Matemática, de acuerdo con el Observatorio de Argentinos por la Educación.

En un contexto en el que siete de cada 10 niños son pobres, no hay futuro común sin dar a la educación la máxima centralidad en la agenda pública y la más alta prioridad en todos los niveles de gobierno.

Para los desafíos que enfrenta la educación argentina, la información puede ser una aliada para identificar problemas y diseñar soluciones oportunas.

Los sistemas de alerta temprana (SAT), por ejemplo, son una herramienta que habilita un uso poderoso de la información para prevenir el abandono escolar, una de las problemáticas del nivel secundario. A partir del seguimiento de algunas variables clave (como asistencia, calificaciones, sobreedad, nivel socioeconómico), el SAT permite identificar a los estudiantes en riesgo de abandonar la escuela.

Con esta información, los equipos escolares pueden intervenir de manera oportuna e individualizada para reforzar las trayectorias educativas de aquellos estudiantes que muestran señales de riesgo.

A nivel de los ministerios, los datos de los SAT permiten identificar tendencias y patrones en diferentes regiones, facilitando la toma de decisiones informadas sobre la asignación de recursos o la implementación de programas específicos.

Desde Cippec acompañamos a las provincias de Mendoza y de Entre Ríos en el desarrollo de un SAT con resultados iniciales auspiciosos.

En Mendoza, su implementación en 2023 traccionó la caída de la tasa de abandono de 7,1% a 6,4%; mientras que en Entre Ríos, 650 estudiantes de 80 escuelas que estaban en riesgo alto de abandono escolar continuaron sus estudios en este ciclo lectivo.

Hoy estamos iniciando un trabajo con Misiones y Salta, mientras otras provincias, como Córdoba y Santa Fe, están impulsando esta herramienta, además de Nación.

Otra fuente fundamental de información del sistema educativo son las evaluaciones de aprendizaje. Estas ofrecen un diagnóstico sobre los conocimientos y las habilidades adquiridas por los estudiantes y sobre sus contextos, brindando retroalimentación a los actores responsables del sistema, como docentes, directores y responsables de políticas.

En Argentina, la actividad evaluativa es intensa. Junto con una política nacional de evaluación de aprendizajes que se sostiene hace más de 30 años, conviven dispositivos de evaluación en prácticamente todas las provincias.

Por lo pronto, existen dos desafíos en este ámbito. Por un lado, evitar la superposición y garantizar la complementariedad de los esfuerzos de Nación y provincias en un sistema educativo donde ambos niveles de gobierno tienen roles concurrentes en la evaluación de los aprendizajes. Por otro, sacar el máximo provecho a la evidencia que los distintos operativos de evaluación ponen sobre la mesa.

Esto supone fortalecer las capacidades de los distintos usuarios (responsables de política educativa, directores y docentes) para una buena lectura y uso estratégico de la información que permita diseñar soluciones adaptadas a las necesidades de los estudiantes y escuelas, mejorando los aprendizajes y reduciendo las desigualdades.

La información es un activo para la gestión educativa. Ahora bien, para que la educación ocupe efectivamente un lugar estratégico, debe estar en sintonía con una estrategia de desarrollo. Esto supone promover una mayor articulación entre el sistema educativo y el sector productivo. Para eso, es preciso crear un ecosistema dinámico, donde las necesidades de una matriz productiva regional dialoguen con la oferta formativa disponible.

Al mismo tiempo, favorecer que los jóvenes, desde el nivel secundario, conozcan las oportunidades y los desafíos del mundo del trabajo y tengan acceso a experiencias valiosas en entornos productivos. Esta articulación entre educación y trabajo necesita de una trama de actores de diferentes sectores (educación, trabajo, producción) y de los distintos niveles de gobierno dispuestos a cooperar y coordinar acciones.

Los sistemas de alerta temprana, la evaluación de aprendizajes y la conexión entre el sistema educativo y el sector productivo son los ejes de la discusión que promovimos desde Cippec en el evento “Educación para el desarrollo”, que se desarrolló el jueves 26 de septiembre en la Ciudad de Córdoba, con la participación de ministros de educación de ocho provincias, autoridades educativas nacionales y especialistas internacionales.

La consigna es que la educación es el motor del desarrollo social, económico y democrático de un país y, por tanto, debe ser una prioridad.

* Director de Educación de Cippec

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