ROMA.- En vísperas de partir este jueves hacia Luxemburgo y Bélgica, el 46° viaje internacional de su pontificado en el que el secularismo y los escándalos de abusos en la Iglesia estarán en la agenda, el papa Francisco expulsó a diez importantes miembros del cuestionado grupo religioso católico peruano conservador Sodalicio de Vida Cristiana (SDV). Todos fueron acusados de abusos de diverso tipo y entre ellos figura Alejandro Bermúdez, periodista que fue director de la agencia católica Aci Prensa.
El Sodalicio de Vida Cristiana es una organización católica peruana de derecha que fue fundada en 1971 en respuesta al auge de la Teología de la Liberación por un laico, Luis Fernando Figari. Apodado “el Maciel peruano” (por la similitud de su caso con el de Marcial Maciel Degollado, el controvertido sacerdote mexicano que fundó el influyente movimiento católico conservador de los Legionarios de Cristo), Figari fue expulsado del SDV en agosto pasado, en un primer fuerte golpe del Vaticano contra este grupo muy poderoso.
La debacle del SDV comenzó en 2015, cuando apareció en Perú un libro llamado “Mitad monjes, mitad soldados”, de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, que recopilaron los testimonios de 30 exintegrantes que denunciaron abusos físicos, psicológicos y sexuales cometidos por Figari y otras cabezas del movimiento.
Tras haber decidido intervenir a este grupo en 2018, en julio del año pasado Francisco decidió enviar al arzobispo maltés Charles Scicluna, máximo experto en abusos del Vaticano, y al sacerdote español Jordi Bertomeu, oficial de la sección disciplinar del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) en misión especial a Perú para investigar a fondo los abusos sexuales, de poder e irregularidades económicas cometidas por este grupo muy influyente, que habría blanqueado millones de dólares en paraísos fiscales y hecho negocios millonarios con cementerios privados.
Scicluna y Bertomeu son muy conocidos por haber ido en misión especial a Chile en 2018 para justamente investigar el escándalo de abusos que hubo allí y, tras su informe, un “tsunami” sacudió a la jerarquía católica del país.
La investigación que Scicluna y Bertomeu realizaron en Perú determinó la dimisión, a principios de abril y mucho antes de cumplir los 75 años, del arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, de 67 años, prelado vinculado al Sodalicio y a un escándalo por tierras en las que hasta hubo campesinos muertos. En un mensaje grabado a mediados de abril, Francisco, evidentemente informado acerca de la investigación en curso y que evidentemente invitó a Eguren a dar un paso al costado, aludió a esos turbios negociados y respaldó a los campesinos. “Yo sé lo que les pasa a ustedes. Defiendan la tierra, no se la dejen robar”, les pidió.
En agosto pasado, en otro paso adelante, Figari fue expulsado del SDV. Y este miércoles la Conferencia Episcopal peruana hizo conocer una nota de la nunciatura (embajada de la Santa Sede) que indicó que el Papa, en otro golpe que fue fruto de la misma investigación de Scicluna y Bertomeu, decidió expulsar del SDV a otras diez personas más que importantes de este grupo que, según algunas voces, podría ser disuelto.
Se trata del ex superior general Eduardo Antonio Regal Villa; del ya mencionado arzobispo emérito de Piura, Eguren; los ex superiores regionales Rafael Alberto Ismodes Cascón y Erwin Augusto Scheuch Pool; los ex formadores Humberto Carlos Del Castillo Drago, Oscar Adolfo Tokumura, el reverendo Daniel Alfonso Cardó Soria; los exmiembros incorporados Ricardo Adolfo Trenemann Young y Miguel Arturo Salazar Steiger, y el periodista Alejandro Bermúdez Rosell, exidrector de Aci Prensa. La mayoría de ellos habían sido señalados en el libro “Mitad monjes, mitad soldados”.
“Para adoptar tal decisión disciplinar se ha considerado el escándalo producido por el número y la gravedad de los abusos denunciados por las víctimas, particularmente contrarios a la vivencia equilibrada y liberadora de los consejos evangélicos en el contexto del apostolado eclesial”, indicó la nota de la nunciatura.
“Se trata de casos de: 1) abuso físico, incluso con sadismo y violencia; 2) abuso de conciencia, con métodos sectarios para quebrar la voluntad de los subordinados; 3) abuso espiritual, con instrumentalización en el fuero externo de la información obtenida en el fuero interno no sacramental o dirección espiritual; 4) abuso del cargo y de autoridad, con episodios de hackeo de las comunicaciones y acoso en el lugar de trabajo, así como encubrimiento de los delitos cometidos en el seno de esta institución; 5) abuso en la administración de los bienes eclesiásticos; 6) abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo”, agregó.
“Francisco junto a los obispos del Perú y de aquellos lugares en los que está presente el Sodalicio de Vida Cristiana, entristecidos por lo ocurrido, piden perdón a las víctimas y se unen a sus sufrimientos. Asimismo, ruegan a esta Sociedad de Vida Apostólica que inicie un camino de justicia y reparación”, concluyó la nota.
En vísperas de su viaje a Luxemburgo y Bélgica hasta el domingo, en el que se espera que el Pontífice se reúna con víctimas de abusos sexuales, el nuevo golpe al SVD fue interpretado como otra demostración de la determinación de Francisco a darle voz a los sobrevivientes y a echar por tierra esa cultura del abuso y el silencio que reinó en el seno de la Iglesia durante décadas.
“Creo que hay elementos inéditos en esta decisión del Santo Padre, que es muy valiente porque la toma después de haber enviado una misión especial personal a Perú, independiente y después de haber escuchado a la periodista Paola Ugaz, que fue perseguida por jueces y políticos peruanos”, dijo a LA NACION una fuente informada del Vaticano. La misma fuente destacó que “es la primera vez en la historia de la Iglesia que un periodista que se presenta como ‘católico’ (de hecho, es un consagrado) es castigado por el ejercicio inmoral del periodismo”, en alusión a Bermúdez.