Esta casa fue concebida como una más de las obras de arte de su propietario, un hombre sumamente inspirado que encontró en el arquitecto Martín Di Liscia y el constructor Alejandro Bernacchi los aliados perfectos para concretar su concepto de hogar ideal. Así, con un fructífero intercambio, se generó una casa de 500m2 cubiertos de estilo campo con influencias tex-mex, formas orgánicas y muebles dignamente gastados.
Según nos contó en su momento Di Liscia, el pedido expreso de su cliente fue “que la casa no fuera para nada moderna” y que se suprimieran las aristas y los bordes filosos, priorizando las redondeces y curvas espontáneas y generando imperfecciones intencionales.
Atención a los todos los zócalos: en lugar de ser aplicados se pintaron como una franja oscura.
Living-comedor despojado, pero lleno de detalles
Utilizando el blanco como base, los dueños de casa se encargaron de traer color y calidez a este espacio de grandes dimensiones por medio de los textiles artesanales, desplegados sobre sillones, banquetas y sillas.
En un proyecto artesanal, en lugar de estantes o blibiotecas se hicieron nichos de obra, y las salidas de aire acondicionado se disimularon con esterilla pintada del mismo color de la pared.
El comedor se armó con una mesa antigua y sillas estilo Luis XV con respaldo de esterilla, de las que penden cintas con pompones o morrales de colores. Los estantes hechos con gruesos tablones de madera o el mismo cemento alisado del piso sostienen la vajilla de uso diario, además de adornos mexicanos.
La cocina repite las mismas premisas que el resto de la casa. Así, los espacios de guardado, al igual que en el comedor, se presentan sin puertas y permanentemente a la vista, al tiempo que la mesada donde se ubica la bacha fue hecha con el mismo material de cemento alisado que el piso.
Además de elegirlas en todos los casos poco exigentes y autóctonas, la presencia de plantas en el interior fue otra de las técnicas utilizadas para generar una continuidad con el afuera.
Exteriores
El contrafrente deja ver la terraza con techo de maderas blandas de sauce y eucalipto (Mercado de Frutos de Tigre) y con reminiscencias del Santa Fe Style. En el jardín, en tanto, las distintas especies de plantas y vegetación van conjugando y mezclando sus verdes. Así, unas cortaderas sumamente campestres acompañan el imponente palo borracho, plantado especialmente por los dueños de casa.
En la parte posterior de la casa, la pileta, hecha en cemento alisado al natural agreste y rústico, en sintonía con el espíritu del lugar. Alrededor de ella se organiza la galería ambientada con camastros.
Sobre la mesa de trabajo, un panel de madera sostiene viejos frenos de caballo, un elemento que también sirve a las creaciones del dueño de casa.
Vamos arriba, por una fabulosa escalera
La escalera de estilo orgánico, absolutamente impactante, le da su forma circular al hall de entrada, que ilumina una lámpara traída de California, hecha con maderas desgastadas por el mar.
Evitar aristas y reducir al mínimo las líneas rectas fue una decisión consciente en toda la casa, pero, después de la escalera, es tal vez en el baño donde más se evidencia, por el tamaño del ambiente.
Del lado de las bachas, un espejo con marco de cardón acompaña la vieja y nada presuntuosa grifería típica de ferretería, elegida pieza por pieza por el arquitecto, con la intención de armar un juego único.
A la sencillez de la estructura de la cama (con un respaldo que tiene lugar de guardado), el lujo que aprecia un conocedor en el textil de telar y una chaise longue de estilo imperio tapizada de blanco donde tirarse a mirar el paisaje tras la terraza propia.
