La futura presidenta mexicana

La científica Claudia Sheinbaum arrasó en las elecciones presidenciales de México con casi el 60% de los votos. El triunfo es altamente significativo, no solo porque se trata de la primera mujer mexicana que llega al cargo, sino también por la contundencia con que se impuso la exjefa de gobierno de la Ciudad de México y candidata del oficialismo.

El resultado encendió las alarmas de los mercados, que vieron desplomarse la Bolsa y la depreciación del peso mexicano tras la elección. Según el escrutinio, Sheinbaum alcanzaría una mayoría calificada de dos tercios en la Cámara de Diputados y le faltarían apenas dos bancas para obtenerla también en el Senado. Con tal mayoría, su gobierno estaría en condiciones de consumar diferentes avances autoritarios, como una reforma del Poder Judicial, permitiendo el voto popular para la elección de los jueces, incluidos los de la Corte Suprema de Justicia, y la introducción de cambios en el Instituto Nacional Electoral, entre otras instituciones democráticas o de control del Ejecutivo que han funcionado como contrapeso del gobierno en estos últimos años y que, por eso, estuvieron en la mira del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien anunció que se jubilaría al terminar su mandato y que no volvería a participar de ninguna actividad política.

Para diversos analistas, el factor económico fue el que determinó el rumbo de la elección. Las cifras indican que el gobierno saliente logró un importante avance social, sacando a unos 5 millones de personas de la pobreza, hecho que en las urnas fue mejor ponderado que sus cuestionables resultados en la lucha contra la violencia. La criminalidad, el narcotráfico y la violencia desatada son uno de los grandes problemas que arrastrará la nueva gestión. Mientras vastas zonas del país se desangran en la lucha contra los poderosos carteles del narcotráfico, los mexicanos no logran ponerse de acuerdo sobre cuál es la mejor forma de enfrentarlos.

En los casi seis años de gobierno de López Obrador se contabilizan más de 176.000 homicidios, un 28% más que durante el mandato de Enrique Peña Nieto. La campaña electoral fue la más violenta de la historia, con 38 candidatos asesinados, sin distingo de partidos, a manos de carteles que se disputan territorios. El mismo domingo de las elecciones hubo dos muertos en tiroteos.

Tras la victoria electoral, Sheinbaum hizo un discurso conciliador, llamando al entendimiento y a la concordia entre los diversos actores políticos, económicos y sociales, a la vez que aseguró que impulsará un México plural, diverso y democrático, sin corrupción y sin impunidad.

Sheinbaum tendrá que hacer equilibrio para encontrar su propio espacio sin renunciar a la herencia que le deja el presidente saliente, que, en los seis años de su administración, logró avances en la lucha contra la pobreza, un incremento sustancial del salario mínimo y una mejora en los haberes jubilatorios, así como el aumento de becas estudiantiles.

Las cuestiones vinculadas con la expansión de la crisis migratoria, la pobreza y la inequidad tendrán que formar parte de la agenda prioritaria de la presidenta electa, pero sin lugar a dudas el mayor reto es contener la violencia desatada por las mafias del narcotráfico.

LA NACION

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